martes, 1 de marzo de 2016

ANDAR –Y REIR- SIN PIES… A VECES


ANDAR –Y REIR- SIN PIES… A VECES

 

20 de enero a 30 de marzo de 2016

Galería Elvira González: Juan Muñoz

 

Carlos Pérez Pestana

 

            En esta exposición la galería Elvira González ofrece una selección de la obra de este  polifacético artista que, entre las muchas actividades a las que se dedicó está la colaboración con John Berger en un obra radiofónica. En esta muestra la galería ofrece parte de la obra del artista realizada poco antes de su prematuro fallecimiento en 2001 con tan solo cuarenta y ocho años. En la exposición predominan los espacios dedicados a la escultura, en bronce o materiales sintéticos, aunque también se presentan fotografías sobre acetato, algún dibujo realizado con óleo en barra y también algún otro en el que el artista utilizó técnica mixta.

            Juan muñoz, en su faceta como escultor, vuelve a reivindicar la escultura clásica de bulto redondo pero sin que ello suponga renegar de su pertenencia a una vanguardia que enfrenta al hombre actual con su tiempo y sus contradicciones: sus figuras ríen, aunque una de ellas lo haga tirada por el suelo y su risa, de manera un tanto macabra, la provoque otra figura colgada del techo, ahorcada según parece; otra, de terracota, nos observa desde un púlpito formado por un armazón de perfiles metálicos y paneles de chapa perforada, también metálica; en una pared, dos figuras divertidísimas se jalean mutuamente compartiendo chistes y charadas y, en fin, sus figuras, todas de rasgos orientales, ríen y ríen, solas o en grupo, con o sin pies, como si el autor hubiera querido impedir que, en caso de cobrar vida, escaparan a las calles para reírse de los pobres y desgraciados transeúntes que, cariacontecidos, deambulan agobiados por sus cotidianas preocupaciones… Pero, ríen y ríen, de momento de ellas mismas; también las reflejadas en un espejo que, a su vez, refleja la sala que alberga la exposición.

            ¿Es intimista la muestra y, en general, la obra de Juan Muñoz? Así ha sido considerada por buena parte de la crítica y si nos ceñimos a los dibujos de interiores, vacíos de personajes, expuestos y a las fotografías entre las que se encuentra la de la escalera en vista cenital –o casi- tan traída y llevada – recordemos la secuencia de la escalera de la película Orfeo Negro de Marcel Camus del año 1959- podríamos decir que así es. Pero las esculturas llevan la contraria a esta visión del arte de Juan Muñoz: sus rostros risueños y orientales parecen reprocharnos la suma de estúpidos afanes que, en parte, ocupan lo cotidiano de nuestras vidas: nuestro amor al becerro de oro, nuestra confusión entre el dinero y la riqueza y tantas y tantas estupideces que muchas veces nos sumen en océanos de inquietud y angustia. Y así, ¿podemos llamar intimismo a todo esto? No parece que este mensaje que estas esculturas proyectan nos hable solamente del interior de su autor –toda obra de arte no deja de manifestar una parte, al menos, del mundo anímico de su creador- sino también se dirige al exterior que ocupamos, aunque sea tan solo para reírse de nosotros, proyectando una mueca burlona del artista sobre nuestro mundo y sus afanes, que siempre nos parecen absolutamente trascendentes.

En fin, en la obra que ahora expone la galería Elvira González, Juan Muñoz conjugó lo clásico con lo vanguardista, pero haciendo hincapié en un mensaje –al que en ningún momento renuncia- que presenta como camuflado en las risas congeladas de sus esculturas; risa creadas para hacernos pensar y, por qué no, hasta avergonzarnos un poquito.

Resulta triste pensar en su prematura muerte, a causa de un aneurisma. De no haber sido así ¿Cuánta obra más podría habernos dejado? En cualquier caso, sólo quedaría decir: “Descanse en paz”.

           

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