ANDAR
–Y REIR- SIN PIES… A VECES
20
de enero a 30 de marzo de 2016
Galería
Elvira González: Juan Muñoz
Carlos
Pérez Pestana
En esta exposición la galería Elvira
González ofrece una selección de la obra de este polifacético artista que, entre las muchas
actividades a las que se dedicó está la colaboración con John Berger en un obra
radiofónica. En esta muestra la galería ofrece parte de la obra del artista
realizada poco antes de su prematuro fallecimiento en 2001 con tan solo
cuarenta y ocho años. En la exposición predominan los espacios dedicados a la
escultura, en bronce o materiales sintéticos, aunque también se presentan
fotografías sobre acetato, algún dibujo realizado con óleo en barra y también algún
otro en el que el artista utilizó técnica mixta.
Juan muñoz, en su faceta como
escultor, vuelve a reivindicar la escultura clásica de bulto redondo pero sin
que ello suponga renegar de su pertenencia a una vanguardia que enfrenta al
hombre actual con su tiempo y sus contradicciones: sus figuras ríen, aunque una
de ellas lo haga tirada por el suelo y su risa, de manera un tanto macabra, la
provoque otra figura colgada del techo, ahorcada según parece; otra, de
terracota, nos observa desde un púlpito formado por un armazón de perfiles
metálicos y paneles de chapa perforada, también metálica; en una pared, dos figuras
divertidísimas se jalean mutuamente compartiendo chistes y charadas y, en fin,
sus figuras, todas de rasgos orientales, ríen y ríen, solas o en grupo, con o
sin pies, como si el autor hubiera querido impedir que, en caso de cobrar vida,
escaparan a las calles para reírse de los pobres y desgraciados transeúntes
que, cariacontecidos, deambulan agobiados por sus cotidianas preocupaciones…
Pero, ríen y ríen, de momento de ellas mismas; también las reflejadas en un
espejo que, a su vez, refleja la sala que alberga la exposición.
¿Es intimista la muestra y, en
general, la obra de Juan Muñoz? Así ha sido considerada por buena parte de la
crítica y si nos ceñimos a los dibujos de interiores, vacíos de personajes,
expuestos y a las fotografías entre las que se encuentra la de la escalera en
vista cenital –o casi- tan traída y llevada – recordemos la secuencia de la
escalera de la película Orfeo Negro de Marcel Camus del año 1959- podríamos
decir que así es. Pero las esculturas llevan la contraria a esta visión del
arte de Juan Muñoz: sus rostros risueños y orientales parecen reprocharnos la
suma de estúpidos afanes que, en parte, ocupan lo cotidiano de nuestras vidas:
nuestro amor al becerro de oro, nuestra confusión entre el dinero y la riqueza
y tantas y tantas estupideces que muchas veces nos sumen en océanos de
inquietud y angustia. Y así, ¿podemos llamar intimismo a todo esto? No parece
que este mensaje que estas esculturas proyectan nos hable solamente del
interior de su autor –toda obra de arte no deja de manifestar una parte, al
menos, del mundo anímico de su creador- sino también se dirige al exterior que
ocupamos, aunque sea tan solo para reírse de nosotros, proyectando una mueca
burlona del artista sobre nuestro mundo y sus afanes, que siempre nos parecen
absolutamente trascendentes.
En
fin, en la obra que ahora expone la galería Elvira González, Juan Muñoz conjugó
lo clásico con lo vanguardista, pero haciendo hincapié en un mensaje –al que en
ningún momento renuncia- que presenta como camuflado en las risas congeladas de
sus esculturas; risa creadas para hacernos pensar y, por qué no, hasta
avergonzarnos un poquito.
Resulta
triste pensar en su prematura muerte, a causa de un aneurisma. De no haber sido
así ¿Cuánta obra más podría habernos dejado? En cualquier caso, sólo quedaría
decir: “Descanse en paz”.
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