"trabajo absoluto”, Juan Luis Moraza -
Galería Espacio Mínimo
Del 16 de Enero hasta el 5 de Marzo del
2016.
Alba Cortés Díaz,
“¿En qué consiste entonces la enajenación del
trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no
pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que
se niega”
Marx, “Manuscritos
económico-filosóficos”
1
de Mayo de 1886. En pleno auge de la Revolución Industrial, 200.000 trabajadores
estadounidenses iniciaron una huelga general a favor de la reducción de la
jornada laboral a ocho horas y otros 200.000 obtuvieron esa conquista con la
simple amenaza del paro. Como bien decía Engels en el prefacio de la primera
edición de su “Manifiesto Comunista” en el
año 1890, el espectáculo de hoy demostrará
los capitalistas y a los terratenientes que los proletarios de todos los países
están unidos. Actualmente, algunos países siguen rememorando a estos
mártires, recordando este hecho como el primer movimiento obrero de la
modernidad. Gracias a esta lucha obrera, se consiguieron establecer derechos
fundamentales como la libertad de expresión y asociación así como tener un
trabajo y un salario justos.
Precisamente
esta exhibición de libertad, puede contemplarse en trabajo absoluto (escrito con
minúscula), la primera exposición individual de Juan Luis Moraza, situada en la
Galería Espacio Mínimo. “Trabajo absoluto” conforma un resumen de su trayectoria
artística donde el sujeto creativo, tras la constancia y el sacrificio, se siente liberado
y satisfecho al ver materializado su esfuerzo. Moraza, centrándose en la
división y en el propio desarrollo del trabajo, divide la muestra en cuatro
partes diferenciadas (“La fiesta como oficio”, “Calendario de fiestas laborales”,
“Erosis y Nofondos”) mostrando con un pensamiento optimista, el resultado final
de la obra. Sin embargo, el artista vasco, centrado en el contexto histórico
del primero de mayo, es consciente de la mecanización y el producto
manufacturado, siendo “trabajo absoluto” el punto y seguido de su exposición
celebrada el pasado año en el MNCARS.
Como Neil Armstrong, Moraza pretende dejar una pisada en luna, un pequeño rastro de
pigmento en el interior de la cueva agradeciendo las luchas pasadas, recordando
el pensamiento medievalista del arte como algo ligado exclusivamente a los
hombres libres. Por ello, la recuperación de esa memoria colectiva desde la
esencia, desde esa materia prima (visualizo Erosis, Tizas y Nofondos) y la
lucha obrera es primordial para después
poder celebrar la victoria y la aparente mejora social y laboral (pienso ahora “La
fiesta como oficio”), intentando evitar por tanto la propia mitificación del
recuerdo. El propio individuo o “indiviudo” (como ser solitario e independiente)
en base a sus responsabilidades, inquietudes y fronteras, se construye así
mismo dentro de un espacio- tiempo (“el sujeto no pertenece al mundo, es un límite
del mundo” decía Wittgenstein).
Tal y cómo Moraza afirma, “somos libres de pensar que algo que tuvo sentido en el pasado ya no lo tiene en el presente”, pero si precisamente esa memoria colectiva se conserva como un símbolo, como una especie de souvenir que forma parte de un imaginario común, es posible tomar conciencia de lo que sucede hoy en día, intentando que los errores del pasado no se cometan en un presente.
Tal y cómo Moraza afirma, “somos libres de pensar que algo que tuvo sentido en el pasado ya no lo tiene en el presente”, pero si precisamente esa memoria colectiva se conserva como un símbolo, como una especie de souvenir que forma parte de un imaginario común, es posible tomar conciencia de lo que sucede hoy en día, intentando que los errores del pasado no se cometan en un presente.
The Times Are a-Changin' decía Bob Dylan. Por ello, deconstruyendo y dando la vuelta el lema que aparecía en una de las puertas principales de Auschwitz con el que recibían a los deportados de las SS, "trabajo absoluto" nos abraza con una grafía limpia y nítida, con el puño en alto y gritando : EL ARTE OS HARÁ LIBRES.
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