jueves, 3 de marzo de 2016

LOS TRABAJOS DEL OCIO
Juan Luis Moraza, trabajo absoluto, Galería Espacio Mínimo (16 enero – 5 marzo 2016)
Andrea Sanz Sáez
Puede causar asombro encontrar a un artista como Juan Luis Moraza en la Galería Espacio Mínimo, la cual siempre se ha caracterizado por trabajar con artistas en la línea de expresión queer como Erwin Olaf, aunque también otros de marcado carácter conceptual como es el caso actual de Juan Luis Moraza y su primera muestra en esta galería.
Como es habitual en Moraza, trata lo social a través de su obra de un modo alegórico, en este caso el tema que subyace en las cuatro obras expuestas es el trabajo. Con una alienación de las propias obras hace referencia a este mismo concepto que trató Marx a través de la neurosis definida por Freud; así vemos en su obra Calendario de fiestas laborables toda una repetición de “Unos de Mayo” como insignia doblemente irónica en la que se conmemora de manera festiva el día internacional del Trabajo a raíz de la Revuelta de Haymarket, aunque precisamente en Estados Unidos no se celebre en esa fecha. En este calendario de Moraza todos los días son 1 de mayo, menos el propio día festivo que no aparece en el anuario; y cada jornada va acompañada de aforismos del propio artista que aluden al ocio y al trabajo como parte indispensable y definitoria de la identidad de cada uno. La fiesta como oficio donde el tiempo está presente, imparable, nunca avanza, hace también alusión al título de la exposición “trabajo absoluto”, entendido como el trabajo a realizar en todos los ámbitos de nuestra vida, ser productivos incluso en el descanso: trabajar las emociones, nuestra imagen, nuestro cuerpo, el futuro, nuestras relaciones; convirtiendo el ocio en una entrega sin retribución, suscribiendo uno de los aforismos “La mayor astucia del ocio es convencernos de que no es trabajo”, pudiendo equipararse al plusvalor definido por Karl Marx para completar su teoría sobre el valor-trabajo.
Se trata en general de obras que desarrollan sus series anteriores, las que pudimos ver en república (2014) en el MNCARS, no de un modo temático, sino más bien de estilo o de empaque. En palabras de Moraza “el siglo XX fue donde se hizo más consciente la independencia entre el estilo y la ideología, porque cualquier ideología se podía vehicular a través de cualquier estilo”; así vemos ciertas puntadas a obras suyas anteriores como relogos (1997) o Democracia fiscal con las dos creaciones antes mencionadas, o Nofondos con su obra anterior Omnipotencia, donde eran los espectadores los que intervenían sobre las pizarras. También existe una relación con Chillida, reflejado en el juego de volúmenes, los valores de la masa y la importancia del material; Moraza afirma: “yo entiendo la escultura desde una apuesta por la presencia física de la materialidad más contundente”, quedando remarcado en Erosis (oficios de goce). En ésta última podemos ver también una influencia del escultor vasco Oteiza y su serie “Laboratorio de Tizas”, aunque en Moraza en un formato mucho mayor y con un sentido de la experiencia y las vivencias, y cómo éstas nos van desgastando y consumiendo, dejando un rastro borroso, que se diluye, pero marcando su paso. 
Hay una preocupación constante en todos los trabajos de Moraza por “activar” al espectador, hacerle partícipe, estimularle y sintonizar con él; llegando al punto de que hasta que ésto no ocurre, su obra de arte no se activa como tal. Sin embargo, en las muestras de Espacio Mínimo este hecho no es tan explícito como sí se pudo comprobar en república.


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