LOS
TRABAJOS DEL OCIO
Juan Luis Moraza, trabajo absoluto,
Galería Espacio Mínimo (16 enero – 5 marzo 2016)
Andrea Sanz Sáez
Puede causar asombro encontrar a un
artista como Juan Luis Moraza en la Galería Espacio Mínimo, la cual
siempre se ha caracterizado por trabajar con artistas en la línea de
expresión queer como
Erwin Olaf, aunque también otros de marcado carácter conceptual
como es el caso actual de Juan Luis Moraza y su primera muestra en
esta galería.
Como es habitual en Moraza, trata lo
social a través de su obra de un modo alegórico, en este caso el
tema que subyace en las cuatro obras expuestas es el trabajo. Con una
alienación de las propias obras hace referencia a este mismo
concepto que trató Marx a través de la neurosis definida por Freud;
así vemos en su obra Calendario de fiestas laborables
toda una repetición de “Unos de Mayo” como insignia doblemente
irónica en la que se conmemora de manera festiva el día
internacional del Trabajo a raíz de la Revuelta de Haymarket, aunque
precisamente en Estados Unidos no se celebre en esa fecha. En este
calendario de Moraza todos los días son 1 de mayo, menos el propio
día festivo que no aparece en el anuario; y cada jornada va
acompañada de aforismos del propio artista que aluden al ocio y al
trabajo como parte indispensable y definitoria de la identidad de
cada uno. La fiesta como oficio
donde el tiempo está presente, imparable, nunca avanza, hace también
alusión al título de la exposición “trabajo absoluto”,
entendido como el trabajo a realizar en todos los ámbitos de nuestra
vida, ser productivos incluso en el descanso: trabajar las emociones,
nuestra imagen, nuestro cuerpo, el futuro, nuestras relaciones;
convirtiendo el ocio en una entrega sin retribución, suscribiendo
uno de los aforismos “La mayor astucia del ocio es convencernos de
que no es trabajo”, pudiendo equipararse al plusvalor definido por
Karl Marx para completar su teoría sobre el valor-trabajo.
Se trata en general de obras que
desarrollan sus series anteriores, las que pudimos ver en república
(2014) en el MNCARS, no de un modo temático, sino más bien de
estilo o de empaque. En palabras de Moraza “el siglo XX fue donde
se hizo más consciente la independencia entre el estilo y la
ideología, porque cualquier ideología se podía vehicular a través
de cualquier estilo”; así vemos ciertas puntadas a obras suyas
anteriores como relogos (1997)
o Democracia fiscal
con las dos creaciones antes mencionadas, o Nofondos
con su obra anterior Omnipotencia,
donde eran los espectadores los que intervenían sobre las pizarras.
También existe una relación con Chillida, reflejado en el juego de
volúmenes, los valores de la masa y la importancia del material;
Moraza afirma: “yo entiendo la escultura desde una apuesta por la
presencia física de la materialidad más contundente”, quedando
remarcado en Erosis (oficios de goce).
En ésta última podemos ver también una influencia del escultor
vasco Oteiza y su serie “Laboratorio de Tizas”, aunque en Moraza
en un formato mucho mayor y con un sentido de la experiencia y las
vivencias, y cómo éstas nos van desgastando y consumiendo, dejando
un rastro borroso, que se diluye, pero marcando su paso.
Hay una preocupación constante en
todos los trabajos de Moraza por “activar” al espectador, hacerle
partícipe, estimularle y sintonizar con él; llegando al punto de
que hasta que ésto no ocurre, su obra de arte no se activa como tal.
Sin embargo, en las muestras de Espacio Mínimo este hecho no es tan
explícito como sí se pudo comprobar en república.
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