“SIEMPRE
ES DOMINGO”
Del
16 de enero al 5 de marzo de 2016: Juan Luis Moraza
Trabajo
absoluto, Galería Espacio Mínimo
Carlos
Pérez Pestana
En
estos tiempos, en los que la postmodernidad se ha ido por el sumidero de los
desperdicios del pensamiento humano de la mano de la banca Lehman Brothers,
junto con el Sr. Fukuyama y su Final de
la Historia, al igual que el neoliberalismo con sus apóstoles Reagan y
Thatcher, seguidores del economista y
premio Nobel Milton Friedman y su Escuela de Chicago, que anunciaban la ya
inminente felicidad de la Humanidad, si ésta seguía el camino del capitalismo y
el libre mercado. En estos tiempos, en los que el casi muerto y sepultado Carlos Marx parece resucitar –“los muertos que vos matasteis gozan de buena
salud”, que dijo el clásico- de la mano de Althuser, Gramsci y algún otro
marxista irredento, un tal Juan Luis Moraza, escultor, presenta su primera –y
corta en el número de obras- exposición individual que titula Trabajo Absoluto. En ella, el artista
reivindica el papel liberador del trabajo humano no enajenado, pero liberador
no al modo de la frase que introducía a Auschwitz, el criminal campo de
exterminio nazi: Arbeit macht Frei;
del trabajo como ludus –“si te
dedicas a lo que te gusta, no trabajaras en toda tu vida”, que dijo otro.
Juan Luis Moraza en su obra Calendario de Fiestas Laborables 2016 toma el 1º de Mayo, Fiesta del Trabajo o San
José Artesano, que llamaron durante el franquismo, como icono y paradigma del
final transitorio, eso sí, de la esclavitud cotidiana del trabajo enajenado; pero transforma el taco
del calendario en una fiesta perpetua para aquel que se realiza como persona
libre a través de su trabajo, es decir, que transforma su cotidianeidad en
fiesta sin fin. Y como ocurre en las
hojas de los tacos de calendario usuales, cada una de las que forman lo
expuesto contiene un aforismo relacionado con el trabajo.
La base de otro de los conjuntos
expuestos, La fiesta como oficio, está
formado por un reloj cuadrado, mientras que en el techo del recinto se
extienden y entrecruzan cadenas y cintas de las empleadas por la policía para
delimitar espacios vedados al paso de todo aquel no autorizado a hacerlo por la
autoridad, esta vez, es de suponer, por la autoridad laboral correspondiente.
En la esfera del reloj, que funciona, no se señalan aquellos dígitos o signos
que pudieran indicar la hora y el minuto en el que el espectador se encuentra.
Es decir, si uno se desplaza alrededor de él, puede elegir la hora y minuto que
le parezca más conveniente. Alegoría del tiempo a lo largo del día uno dedica
al trabajo, que puede ser un tormento para el que padece atado a un trabajo que
le es ajeno, o que pasará sin darse cuenta para el que disfruta de un trabajo
que siente como propio.
Los últimos temas expuestos, Erosis (oficios de goce) y Nofondos, forman un único conjunto
llenando un habitación de la galería (Cada uno los conjuntos expuestos disfruta
del mismo trato). Erosis, está
formado por un grupo de barras de tiza del tamaño de una persona no muy alta,
pero en todo similares a aquéllas que todos recordamos de nuestros tiempos
escolares. Entre ellas y al modo del arte
minimal, el espectador puede circular aunque el espacio no resulte muy
sobrado. Desde dos paredes que forman diedro, unos paneles a modo de pizarras (uno
de ellos dividido a su vez en cuatro partes)
recorridas por líneas como si hubiese sido borrado lo escrito y que recuerdan a
Pollock. Las tizas se enfrentan a los paneles; el trabajo por hacer al borrado nos
recuerda el porqué de todo trabajo: ser terminado.
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