jueves, 3 de marzo de 2016

Persona presente

Juan Luis Moraza
(tRABAJO aBSOLUTO)


David Aranda


Mordaza: “Cualquier cosa que se pone en la boca de alguien para impedirle hablar”. Estoy  convencido de que cuando tú, que te encuentras leyendo esto ahora mismo, (en vez de realizar uno de los mayores placeres de este mundo que es el de participar y estar a la escucha de la música de la vida) cuando recapacitas sobre esta definición, es más que probable que lo primero que se te venga a la cabeza son los personajes de “Barrio Gramo” o más popularmente conocidos como “políticos” (habría que abordar y financiar un complejo estudio para encontrar un palabro que se adecue a estas especies tan singulares). Y es que, incluso la definición de “mordaza” se quedaría bastante pobre a la hora de explicar a cualquier ser “humano” lo que desde hace ya un puñado de años es trabajar en un país llamado España. 
J. L Moraza en Galería Espacio Mínimo presenta un adecuado número de obras dispuestas de manera casi sobresaliente en el espacio-tiempo, donde todas ellas emanan una extraordinaria radiación (a la que, el artista regularmente acostumbra en sus obras) crítico-social, más concretamente, en lo referente al trabajo, la educación y el espacio-tiempo
Uno se encuentra al pasar (si es que puede pasar) a Espacio Mínimo con un descomunal mosaico formado por pequeños cuadritos en cuyo interior aparece la hoja del calendario correspondiente al día 1 de mayo, esto es, el día del trabajador y por tanto, la fieshta ha llegado, pero quizá deberíamos preguntarnos si la fieshta ha finalizado alguna vez o por el contrario seguimos sumergidos en ella sin darnos cuenta (al menos el 90% de la spanish-society), en una fieshta contínua donde de repente, el mundo se puso del revés aquí, y resulta que, algo tan sencillo pero a la vez tan importante como puede ser el entendimiento de lo que moralmente está BIEN y lo que está MAL, se invirtió desafortunadamente, llegando a un estadio de “sabelotodismo desaforado” por parte de este 90% de spanish-society que, curiosamente, son, sin ellos saberlo (o sí), unos atrevidos ignorantes y frutos de la llamada “carcajada limpia” o “de la buena” a ojos de gran parte de espectadores, visitantes o turistas extranjeros y por supuesto de ese pobre 10% restante que, desgraciadamente o no, se encuentra muy próximo a enfermedades mentales o a vías rápidas y necesarias de valentía o cobardía como pueden ser por ejemplo actos como el suicidio o la emigración.
Llama la atención (al igual que el mosaico mencionado anteriormente), la “sala de las tizas y pizarras” una sala que podría bautizarse también como la “sala VIP de la fieshta”, y es que, no hay mayor fieshta que ver a profesores (ya sean de colegios, institutos y ante todo de universidad), sumergidos en una especie de utopia desfasada o de mundo “estricto-cómico” que genera como resultado un producto de seres “humanos” con un título, master o doctorado que sienta “de perlas” ante los ojos de familiares, conocidos y sobre todo ante ese 90% de “spanish-society” pero que, sin embargo, asisten sin ellos saberlo al funeral de su capacidad crítica y a una muerte fulminante de su imaginación, tendiendo así a imitar todo comportamiento, estilo y demás del mundo extranjero al encontrarse vacíos ellos mismos. 

Está fijado en el subsuelo, esto es, el “reloj de la vida”, ese reloj incesante, que nunca para, que el tiempo no pasa, que nos pasamos nosotros, un reloj que nos invita a ser nosotros mismos, a buscar la felicidad en las cosas más sencillas y humildes, a luchar contra los monstruos convirtiéndonos, inevitablemente, en uno de ellos. 

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