“Trabajo Absoluto”,
Juan Luis Moraza - Galería Espacio Mínimo
Desde el 16 de Enero hasta el 5 de Marzo del 2016
Laura Rebolledo Rodríguez
El escultor Juan Luis Moraza expone por primera vez de manera
solitaria en la Galería Espacio Mínimo. Un artista ya reconocido y reputado del
panorama artístico nacional, como hace eco su gran exposición “República” en el
MNCARS el 2014. En esta ocasión su obra se presenta como un avance o un
desarrollo de lo que han ido siendo todos sus últimos trabajos, los cuales
ahora desembarcan en “Trabajo Absoluto” son pues, sujeto y trabajo las bases de
este nuevo proyecto.
En la galería se presentan piezas tales como “Calendario de fiestas
laborables”, un calendario con sus respectivos 356 días del año desglosados,
los cuales se enfrentan a otro en formato de taco. Dichos calendarios se
presentan con la particularidad de ser todos ellos 1 de Mayo, día festivo, día
internacional de los trabajadores… Una celebración que reacciona como aforismo
acerca del trabajo absoluto, “Cuando sentimos que trabajamos, recordamos el
sufrimiento, y pensamos que el descanso nos librará de él” una cita que hace
eco a su instalación “La fiesta como oficio”, donde el tiempo corre hacia atrás.
O con otras citas tales como “El gran manantial del trabajo es la variedad”. Un
calendario evocador a recordar quizás que todos los días de año se han de
festejar y celebrar el trabajo, pues bien, para el artista, trabajar es un
gozo, hecho que coincide con las declaraciones del ilustrador valenciano Paco
Roca, quien afirma para el periódico El
Cultural; “Las buenas ideas nos surgen todos los días, por eso en necesario
tener oficio”. Una pretensión quizás no al gusto de todos y quizás menos para
el espectador paseante de calle, pero que afirma el gran hacer de cualquier artista.
El discurso de Moraza afirma que durante toda nuestra vida
producimos un trabajo absoluto, el cual nos construye a nosotros mismos y nos
destituye, no es esto más que una realidad de una laboriosidad de lo real, a
modo del trabajo absoluto, así como “La Guerra Total” de Clausewitz y donde
juega entre el mismo paralelismo, movilizando todos los recursos posibles para
lograrla. En el caso de Moraza se refiere quizás a un conjunto de experiencias
que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida y las cuales captamos a través
de numerosos métodos que contribuyen a nuestra experiencia. Pero volviendo de nuevo
a la pieza anteriormente mencionada; “La fiesta como oficio”, una instalación angustiosa
y deprimente. El autor hace seña de un tiempo que nunca llega, y que resta, un
futuro imposible mediante un presente que no deja de retroceder y que se queda
estancado. Una metáfora del descanso del trabajo, el cual siempre se resta. Un reloj discontinuo, bombillas y bandas a modo de emergencias, nos recuerdan de estar
en estado de alerta, el tiempo se acaba…
Remitiendo a la idea anterior de todos aquellos factores
externos que colaboran a fomentar nuestra experiencia en base al trabajo “Erosis
(Oficios de goce)” y “Nefondos” nos vinculan a la escuela, pizarras y tizas, a la
base de la educación y de la creación, al que hacer continuo. Figuras antropométricas
desgastadas realizadas en yeso, a modo de vaciado académico de cualquier escultura
clásica, pero esta vez desgastadas, y unas pizarras negras sobre lienzo bañadas
de tiza blanca, que representan la base y la materia, una materia ya derrochada
y que ha cumplido su papel, ya se ha realizado, ya ha trabajado.
Quizás el artista, se reinterprete en una de esas tizas
gigantes antropométricas y se sienta realizado con su trabajo, en su laboriosa
obra, a modo de artista y modelo. Él mismo se recrea como propio modelo en su
escultura reflejando la obra maestra desconocida de Balzac en su propia piel,
en su propia obra.
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