jueves, 25 de febrero de 2016

GRIS MUDO E INMÓVIL

Juan Muñoz,  Muestra individualGalería Elvira González, del 20 de Enero al 30 de Marzo de 2016.

Rubén Ustero Pardos

Entrar en la galería supone entrar en escena. Me invade la sensación de llegar a un lugar en el que algo incómodo sucede, hay gente por aquí, esculturas que no van a ninguna parte, no tienen pies, otras están colgadas. Miradas vacías, risas sordas. No me esperaban, pero aquí estoy.

Siento la necesidad de girar al rededor de esas figuras bajitas, saber qué secretos esconden, pero me doy cuenta de que permanezco estático. Me da miedo que se rían de mi.

En esto consiste esta experiencia vital e introspectiva que resulta la exposición de Juan Muñoz, la primera sobre este artista en la galería Elvira González, que recoge una selección de esculturas pertenecientes a su periodo de madurez y una serie de pinturas y grabados realizados mediante las técnicas de la manera negra y la aguatinta.

En ella encontramos lo irreal y lo tangible dialogando dentro de los espacios que Muñoz crea. La teatralidad se respira con unas solitarias figuras que en silencio nos hablan de la tragicomedia de la vida. De hecho, el propio Muñoz decía: “Me gustaría que el espectador pudiera entrar en la obra de arte como un actor entra en su propia escena… Me gustaría que quien acude a una exposición, ya sea en un museo o en una galería, se comportara como lo haría un actor, un actor inmóvil”.

Un espejo da cuenta de mi presencia y constato la dilución de mi papel como espectador. Soy parte integrante de la obra. La frontera entre el espectador y el creador, y entre la escultura y otras manifestaciones próximas como la instalación, se difumina. Yo mismo me vuelvo gris y estático para volverme universal, mientras me pienso como individuo.

En mi reflejo me veo inmerso en profundas cavilaciones acompañado de estas presencias que me invitan a mirar hacia mi interior. Las figuras reflejan la soledad de la existencia humana, personajes monocromos que se encuentran aislados en su mundo interior, ensimismados. Tan sólo la histriónica risa parece dotarles de cierta vida pero no es más que una risa macabra que confiere un halo siniestro a las figuras e incomoda a quien las observa. ¿Qué les sucede? ¿Cómo se ve el mundo desde ahí arriba? ¿Qué les hace tanta gracia? Parece que Juan Muñoz no quiere darnos las respuestas y muestra cierta ambigüedad abriendo su obra a diversas interpretaciones.

Interiores son también los espacios representados en los grabados que completan la muestra trasladándonos al mundo del artista. Estancias oscuras, muebles inertes, lugares domésticos y a la vez –o quizás por ello– inquietantes, que funcionan perfectamente con el resto de la obra expuesta. Espacio, forma y tiempo, esa es la manera de entender el arte de Juan Muñoz.

Juan Muñoz genera, a través de su personal lenguaje, un corpus de una excepcional narratividad con referencias múltiples a la historia de la cultura occidental. Las bases conceptuales de la obra de Juan Muñoz son la literatura y el cine, la música y la perspectiva y la percepción principalmente. Artísticamente sus principales influencias fueron el Minimalismo americano, el Conceptualismo y el Arte Povera. Estaba muy influenciado por la historia de la diosa Azteca Coatlique y tenía grandes conocimientos de la historia del arte.

El talento de Muñoz es crear unas esculturas que no son objetos aislados sino que se integran en el espacio, que dialogan entre ellas y que, sobre todo, incluyen a quien las mira en la función. Un artista vanguardista que revolucionó la escultura y el arte contemporáneo en general.

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