miércoles, 24 de febrero de 2016

ATRÉVETE A REÍR

“Juan Muñoz”, Galería Elvira González
20 de Enero – 30 de Marzo
P. Victoria García Rodríguez

Ciertas personas tienen tendencia a la risa nerviosa, como terapia de banalización de algo mucho más profundo, inquietante. Lo absurdo, lo peripatético se trasluce en las obras de este artista español consagrado, que por casualidad, o no, encontró el éxito fuera de nuestro país. Juan Muñoz siempre fue extranjero en tierra española, su fuerte pensamiento crítico nos desgarra en la conversación entre nosotros y sus personajes. 
La gran pregunta filosófica por antonomasia, ¿Qué hacemos aquí?, es transversal en las figuras humanas de Muñoz, en las que destaca el gran juego de contrastes entre lo íntimo y lo colectivo. Los grupos escultóricos entablan una relación punzante con el espacio, y a la vez entre ellos mismos, las figuras esbozan sonrisas falsas y forzadas, profundamente teatrales, a la vez que utilizan con el color gris como símbolo de la desolación humana. La Galería Elvira González pretende apostar fuerte con esta exposición de algunas obras, a modo de síntesis, del gran mundo interior del artista. Y digo interior, y digo interno, pero sin olvidar la sensación incómoda que se crea al observárlas. La identidad es uno de sus puntos fuertes, con obras fascinantes desde la narración poética contemporánea como las figuras congeladas ante el espejo en “Sin título”. Parece que el uno le dijese al otro, “mírate, quién eres tú, quién soy yo”. Desde la recuperación de lo figurativo, de la estatua,, se atreve con la temática más contemporánea, el vacío, pero ya no tratado como algo externo, sino algo que nace de nuestras entrañas. Las salas de las exposiciones donde interviene pasan a ser habitaciones inhóspitas, donde el punto de mira, el punctum, es la gestualidad humana como ocultación de una realidad triste, o entristecida por nuestra propia existencia. 

La relación entre el Uno y el Otro, el tratamiento de la alteridad, tiene una potencia escénica brutal en “One laughing at the Other”, aquí dos hombres flotando en sillas metálicas distorsionadas parecen congelados justo en el instante menos importante de aquello que estarían haciendo, algo se nos revela aterrador, aunque hayamos vivido momentos como éste, o precisamente por eso. Es un juego en el que momentos cotidianos con personajes prototipo como protagonistas, hombres alienados por el trabajo, oprimidos, parecen reírse con desgana. No hay ningún detalle que revele un fin último, sino que todo ocurre sin un sentido, a modo de ensoñación. Cuando fragmentos tan íntimos, conversaciones entre dos personajes, se nos dan expuestos, algo profundamente real y sin artificios, sin la abstracción a la que estamos acostumbrados, puede parecernos amenazante llegando incluso a apartar la mirada. De alguna forma, nosotros somos ese hombre al que el otro obliga a mirarse en el espejo, le obliga a preguntarse en un acto de desesperación de sus propias preguntas. De cierto modo percibo la “luz” londinense en sus obras, sobre todo en sus dibujos y fotografías de interiores, que acompañan perfectamente a esos hombrecillos insignificantes de los que nos compadecemos. Queriendo aparentar felicidad, las  sonrisas se convierten en máscaras que ocultan lo que verdaderamente somos, sólo hombres. Ni de lejos tan fascinante como tan fascinante como la exposición “Double Bind”, en la que el espacio expositivo juega a favor de la obra, pero revelador por la cercanía que se establece con las figuras. “Two figures one laughing at one hanging”, por primera vez expuesta en Madrid, es un reto a  reírnos de la muerte, temerosos ante la aplastante realidad. Juan Muñoz demuestra que sí se puede hacer poesía de la prosa, sea o no, de un modo figurado. 

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