lunes, 15 de febrero de 2016

MÁS ALLÁ DE LA EPIDERMIS

Manuel Franquelo Giner, Biolencia Hepidé®mica, Twin Gallery 
(14 de enero- 13 de febrero de 2016) 
Alba Cortés Díaz. 

En 1920, Bernays con el fin de idear una estrategia mercantil para aumentar el número de ventas de American Tobacco, decide poner en marcha una serie de sesiones psicoanalíticas llevadas a cabo por A.A. Bill para probar las pulsiones irracionales del ser humano. Por tanto, en plena ola feminista en Estados Unidos fumadoras, Bernays planteó a American Tobacco un cambio de color en la cajetilla  (en ese momento verde) pese a los tabúes existentes acerca de que las mujeres pudieran fumar en público. El elevado coste de cambiar el color de las cajetillas Lucky Strike no fue inconveniente para que las mujeres pudiesen consumir tabaco dado que el verde estaría en primera plana de las revistas de moda. Con el fin de acabar con el problema de fumar en público, Bernays ligó la marca de tabaco al movimiento feminista organizando un evento en el que las mujeres marcharían por la Quinta Avenida fumando y denominando a los cigarrillos “Antorchas de la libertad”, siendo este hecho de alguna manera u otra, un paso importante para la igualdad de género.

Los mecanismos de persuasión que empleó Bernays tal y cómo podemos contemplar en “The Century of the self”, así como la necesidad y el deseo como motor central de la democracia pueden contemplarse en la sociedad consumista de la cultura contemporánea. Esta idea de producción y consumo de masas puede verse reflejada en la primera exposición individual de Manuel Franquelo, Biolencia Hepidé®mica donde la galería de arte se convierte en una carnicería, siendo el propio artista el carnicero.

Franquelo proyecta aquí una experiencia instintiva de supervivencia, un hueco que nos invita a mirar en lo profundo de la epidermis, produciendo una mezcla entre rechazo e interés en el visitante de a pie.  La estrategia de producción masiva toma el control del cuerpo y la vida (animal y humana), poniendo sobre la tabla de cortar el término “biopolítica” acuñado por Foucault.  Dibujos realizados a boli bic, probetas, fotografías que evidencian la masacre, una viscosa loncha de bacon tamaño XL y unos corderos desollados realizados con el mejor chocolate son el vehículo artístico para mostrar el sufrimiento, la producción en masa, la cadena fordista de la que parte el mundo actual. El lenguaje “naturalísticamente” cárnico que Franquelo emplea a lo largo de toda la muestra recuerda a la polémica exposición de Nadie habla, todos comen, del artista asturiano Cuco Súarez, en la que en la inauguración repartió entre los asistentes productos alimenticios de origen animal mientras declamaba por el vestíbulo de la Escuela de Arte y Oficios de Oviedo que lo que el público estaba contemplando no era una performance. En este caso y como si de ritual se tratara, Manuel Franquelo reparte religiosamente los pedacitos de uno de los corderos que antes mirábamos con distancia y que en ese momento parece endulzarnos el final de la muestra, haciéndonos formar parte de la cadena de montaje de la que hablábamos, introduciéndonos en un estado de ensoñación, no sin intentar nuevamente contestar la famosa pregunta… ¿esto es arte?


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