jueves, 18 de febrero de 2016


INDIGESTION XXL”
 

Manuel Franquelo Giner, Biolencia Hepidé®mica, Gallery Twin, San Hermenegildo 28, Madrid. 14 enero- 13 febrero, 2016.
Jorge Belloso Miranda


No pende de un hilo sino de un cable de acero, sujeto con tres pinzas, una loncha de bacon de más de dos metros. Cuatro corderos cuelgan, abiertos en canal, del techo, colgados al sereno, dejándose secar. Instrumentos varios como una tabla para cortar (no industrial, sino cotidiana, de las de andar por casa), se entremezcla con bandejas de filetes del super, con un filete en una CPU, o bocetos microogánicos, a modo de estudios preliminares, quizá. No se trata de una carnicería, ni una cocina (al menos no una al uso), ni del estudio de un artista contemporáneo aunque la blancura circundante pretenda delatarle; es la exposición de Manuel Franquelo Giner, “Biolencia hepidé®mica”, en Gallery Twin.

Se puede pensar esta, sin ser demasiado arriesgado, como una obra -pintura- de género, de las tradicionales del siglo XVII, donde se ofrece en un primer plano, valga la redundancia, el género; pero que a la vez, salvando la banalidad que impera en una primera visión, esconde o delata, aunque más bien denuncia, una segunda narración, la que se encuentra tras esta primera ventana y que en realidad trasluce el quit de la cuestión. Esto es, una violencia epidérmica (o biolencia hepidé®mica), que aunque parece estar a flor de piel, en realidad la portamos y sufrimos todos de forma viral. Y tampoco creo arriesgado interpretar la misma a modo de bodegón o naturaleza muerta del Siglo de Oro español, donde se muestra de forma casi sensual y exhuberante, los restos y los deshechos, lo manufacturado que algún dia fue animado. Y que quizá aún siga, pues sabemos que incluso en lo muerto aún late la vida, aunque sea en forma de idea o recuerdo. Es pues ahí donde viene a colacción la idea de relacionar la exposición de Manuel Franquelo con un bodegón o naturaleza muerta, pues ambas ofrecen una gran diversidad de interpretaciones, narraciones o lecturas, aún hablando de lo muerto, de lo inerte.

Así pues podemos, si nos ponemos estupendos, deshilar de la exposición un discurso filosófico-metafórico sobre el tratamiento biológico de los alimentos (lo orgánico, lo natural y lo tratado), la producción en masa y la hipertrofiacción de los alimentos, la denuncia de dichas prácticas y de su mismo consumo. Además de la convivencia con dichos productos y la asunción con ello de estos. También de los beneficios económicos que reportan a las grandes multinacionales que tienen su crontol. O del monopolio de los laboratorios que acierto-error, investigan, ensayan y descubren; es decir, los hacen posibles. Podemos por tanto articular mediante la exposición de Franquelo una critíca a las formas y prácticas de producción alimentaria extendidas hoy día, principalmente en los países desarrollados, incentivado esto por la globalización.

Pero no obstante, no es difícil caer en la ambigüedad del discurso e interpretar el mismo como una simple apología de lo que pretende denunciar. Es decir, una celebración de un hedonismo gastronómico o alimenticio, que servido en cómodas bandejas de corcho blanco parecen silicona, y que cocinadas para su inminente degustación, dejan entrever el secreto que las infla. Que por otro lado no es más quizá que una respuesta a lo que el público exige, demanda; esto es, una buena presentación a un precio económico. Por ello creo que quizá sea necesario coger esta muestra con pinzas (al igual que lo está la loncha de bacon), para no caer en un exceso de interpretación que quizá no corresponde con lo que las piezas que la componen, denuncian. O de igual forma, transgredir lo que el artista pretende con la misma. De todos modos, disfruten de la indigestión.

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