“INDIGESTION
XXL”
Manuel
Franquelo Giner, Biolencia Hepidé®mica,
Gallery
Twin, San Hermenegildo 28, Madrid. 14 enero- 13 febrero, 2016.
Jorge Belloso Miranda
No pende de un hilo sino de un
cable de acero, sujeto con tres pinzas, una loncha de bacon de más
de dos metros. Cuatro corderos cuelgan, abiertos en canal, del techo,
colgados al sereno, dejándose secar. Instrumentos varios como una
tabla para cortar (no industrial, sino cotidiana, de las de andar
por casa), se entremezcla con bandejas de filetes del super,
con un filete en una CPU, o bocetos microogánicos, a modo de
estudios preliminares, quizá. No se trata de una carnicería, ni una
cocina (al menos no una al uso), ni del estudio de un artista
contemporáneo aunque la blancura circundante pretenda delatarle; es
la exposición de Manuel Franquelo Giner, “Biolencia hepidé®mica”,
en Gallery Twin.
Se
puede pensar esta, sin ser demasiado arriesgado, como una obra
-pintura- de género, de las tradicionales del siglo XVII, donde se
ofrece en un primer plano, valga la redundancia, el género; pero que
a la vez, salvando la banalidad que impera en una primera visión,
esconde o delata, aunque más bien denuncia, una segunda narración,
la que se encuentra tras esta primera ventana y que en realidad
trasluce el quit
de la cuestión. Esto es, una violencia epidérmica (o biolencia
hepidé®mica),
que aunque parece estar a flor de piel, en realidad la portamos y
sufrimos todos de forma viral. Y tampoco creo arriesgado interpretar
la misma a modo de bodegón o naturaleza muerta del Siglo de Oro
español, donde se muestra de forma casi sensual y exhuberante, los
restos y los deshechos, lo manufacturado que algún dia fue animado.
Y que quizá aún siga, pues sabemos que incluso en lo muerto aún
late la vida, aunque sea en forma de idea o recuerdo. Es pues ahí
donde viene a colacción la idea de relacionar la exposición de
Manuel Franquelo con un bodegón o naturaleza muerta, pues ambas
ofrecen una gran diversidad de interpretaciones, narraciones o
lecturas, aún hablando de lo muerto, de lo inerte.
Así
pues podemos, si nos ponemos estupendos, deshilar de la exposición
un discurso filosófico-metafórico sobre el tratamiento biológico
de los alimentos (lo orgánico, lo natural y lo tratado), la
producción en masa y la hipertrofiacción de los alimentos, la
denuncia de dichas prácticas y de su mismo consumo. Además de la
convivencia con dichos productos y la asunción con ello de estos.
También de los beneficios económicos que reportan a las grandes
multinacionales que tienen su crontol. O del monopolio de los
laboratorios que acierto-error, investigan, ensayan y descubren; es
decir, los hacen posibles. Podemos por tanto articular mediante la
exposición de Franquelo una critíca a las formas y prácticas de
producción alimentaria extendidas hoy día, principalmente en los
países desarrollados, incentivado esto por la globalización.
Pero no obstante, no es difícil caer en la ambigüedad del discurso e interpretar el mismo como una simple apología de lo que pretende denunciar. Es decir, una celebración de un hedonismo gastronómico o alimenticio, que servido en cómodas bandejas de corcho blanco parecen silicona, y que cocinadas para su inminente degustación, dejan entrever el secreto que las infla. Que por otro lado no es más quizá que una respuesta a lo que el público exige, demanda; esto es, una buena presentación a un precio económico. Por ello creo que quizá sea necesario coger esta muestra con pinzas (al igual que lo está la loncha de bacon), para no caer en un exceso de interpretación que quizá no corresponde con lo que las piezas que la componen, denuncian. O de igual forma, transgredir lo que el artista pretende con la misma. De todos modos, disfruten de la indigestión.
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