sábado, 13 de febrero de 2016

BARRERAS FRANQUEABLES



Biolencia Hepidérmica, Manuel Franquelo en Twin Gallery, desde el 14 de enero hasta el 13 de Febrero 2016, Madrid.
Sara Franco Vázquez

En relación a los estudios sobre el Psicoanálisis de Sigmund Freud en el documental El Siglo del Individualismo, por Adam Curtis, se centra en el trabajo de Freud, Anna Freud y Edward Bernays (familiares), las teorías que desarrollaron influyeron en los gobiernos para analizar y dominar a las masas en relación con las sociedades de consumo. Se usaron las teorías del psicoanálisis acerca del inconsciente para crear métodos de control y dominio, como la publicidad, a su vez existe una sensación continúa de libertad individual que es rectificada por este control hacia un pensamiento marcado mediante la persuasión.
Continuamente existen reflexiones sobre la sociedad, es necesario analizarla para cuestionarte, demostrado está esa barrera franqueable entre el consciente y su respectivo control sobre las cosas y el inconsciente donde afloran los instintos agresivos del ser humano, que a resumidas cuentas es lo que domina en el consumo de las masas, “la biolencia”. “Lenta es la experiencia de todos los pozos profundos; tardan mucho en saber lo que ha caído a su fondo” dijo Nietzsche, necesitamos de un tiempo para comprender lo que sucede en nuestro entorno. Tiempo que también ha necesitado Manuel Franquelo en su exposición Biolencia Hepidérmica, es su primer trabajo individual y refleja en su encuentro con el público cierto control sobre conocimientos científicos, políticos, teórico-filosóficos reflejados en parte en sus objetos. Tras realizar trabajos en Argentina, Nueva York y Madrid, expone en Twin Gallery cuyos objetivos son la aproximación artística de nuestro tiempo al público, pretende dirigir su obra en especial a jóvenes de su generación.

Trata su hipocondría en las obras, ese estado de alerta en el que vivimos, sugiriendo la existencia de una violencia de la realidad que además está ligada con los instintos primitivos del ser humano, y esa necesidad inconsciente de la manufacturación de alimentos en serie en el mercado que pierden su valor y adquirimos de forma impulsiva. Al entrar en la sala, una serie de 6 dibujos a tinta roja analiza una sociedad de consumismo de lo cotidiano con una servilleta usada, una célula madre como el origen de todo, carne putrefacta como signo de violencia, la creación de carne in vitro debido a la superpoblación emergente. Al lado, el estudio de la ciencia y su control político económico que ocasionan catástrofes y se mediatiza como el caso de la oveja Dolly, estudios de ensayo y error. También critica como lo artificialmente creado invade el campo biológico y ocasiona su extinción. Otro de sus objetos es el díptico “Logic of the Sacrifice” y “The Promise” donde se expone dualmente una violencia pasiva vendido en una bandeja y la violencia directa donde nos manchamos las manos con el sufrimiento. Incluso una simulación de una loncha de bacon que se ha creado mediante un proceso orgánico, donde las cosas pierden su valor inicial y son deformados por el masivo consumo. Y por último, la instalación de los corderos, una brutalidad que se representa de forma directa y apetecible para algunos a través de su materia, el chocolate, se consume de forma inconsciente sin mirar en el trasfondo del asunto, algo que mantiene el artista en su exposición es una actitud hipócrita de colaborar con las industrias cárnicas comprando violencia para criticar ese mismo consumo, como todos a fin de cuentas, esto al masificarse parece normalizarse. Técnica no le faltaba -algo que no quería resaltar- por esto mismo podría haber creado “filetes” o “corderos” sin necesidad de recurrir a la crueldad animal que desempeñan las industrias, algo ignorado por todos. ¿Privilegio poder devorar una obra contemporánea? Lo dudo mucho, el único deseo repentino e instintivo fue la destrucción.

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