lunes, 22 de febrero de 2016

INQUIETAR AL ESPECTADOR COMO HECHO ARTÍSTICO

INQUIETAR AL ESPECTADOR COMO HECHO ARTÍSTICO
Juan Muñoz, Galería Elvira González, (20/01/2016 – 30/03/2016), Madrid
Esther Álvarez Herrero


La exposición tiene un fuerte mensaje de introspección. Cada obra supone un reto al que acercarte, intentando participar de la teatralidad que reúnen tanto sus obras escultóricas como pictóricas. Te paseas, giras entorno a ellas, buscando distintas ópticas para tener una noción global. En Sin título (1998), vemos dos fotografías que han sido hechas al interior de un coche en el que se han construido unas estructuras a modo de escaleras. Aunque has de conocer la obra de Muñoz para saber este detalle, lo interesante es el juego de contrastes, de nitidez y de transiciones entre blanco y negro que, como en estas dos fotografías, recorren la exposición. Por terminar con el ámbito bidimensional, podemos ver en esta muestra las obras Raincoat Drawing IV (1988-1989) y Mobiliario VII (1996), en las que a través de su técnica erosiona la superficie para iluminar y dar forma a sus composiciones. La confluencia entre ambas obras se encuentra en el tema, apaciguado en uno, revuelto en otro, que mantiene la dinámica de inquietud e incomunicación a partes iguales que comparten con las obras escultóricas. Estas, de una escala menor que la natural, parecen invitarnos a reflexionar a través de la sensación que transmiten de soledad, en el caso de Balcón con figura de un chino (1991) y Walking with a Glove (2001); y de desubicación, como One Laughing at the Other (2000). Esta obra en concreto, con la que, bajo mi recorrido imaginario, se termina la exposición, inquieta por lo incómoda que parece la falsa diversión de estos personajes. Quizá sean los últimos impostores que veamos pues, al igual que Sin título (2001), aunque veamos sus actitudes, no somos partícipes de sus sensaciones ni conversaciones. Muestran una gran carcajada a pesar de que deben mantenerse a pulso sobre esas sillas con un asiento premeditadamente eliminado, haciendo fuerza para mantener su postura exagerada y juguetona, como sus soldaditos de plomo. Este grupo comparte vestuario con otra gran pareja de la exposición, formada por Two Figures one laughing at one hanging (2000). Cumpliendo la literalidad con respecto título-obra del resto de esculturas, la escena que se nos muestra juega también con los contrastes, no pictóricos en este caso, pero si compositivos. Esa gran carcajada de la otra pareja aquí sólo la disfruta aquel que mira desde el suelo como su nuevo compañero ha sido ahorcado. Y nuevo porque en las anteriores obras de “Hanging Figure” de 1997 de Muñoz, no incluía ningún espectador más que el propio visitante. Esta obra, sin embargo, sigue requiriendo una lectura por nuestra parte, nos implica en los espacios psicológicos que crea, como si tuviésemos que reconstruir la escena del crimen. En este ambiente de “humor tan negro” encontramos Sin título (2001) en la que a través del espejo miramos y somos mirados. Las figuras existen sin ese reflejo, no participan de él, sin embargo, éste puede que sea la obra, el reflejo, la apariencia. En este juego entre espacios reales y espacios imaginarios, que ya conocíamos de Muñoz como en sus obras, no presentes en esta ocasión, Maqueta 5 Figuras (19­97), la obra tridimensional parece suponer un segundo plano frente al espejo, que se convierte en superficie bidimensional. El recurso de cuadro dentro del cuadro que desde el Renacimiento busca inquietar al espectador aquí, sin duda, lo consigue y nos hace participar del hecho artístico. Sin contar con cartelas que nos acompañen en la exposición vamos cogidos de la mano de las obras de Muñoz, como la que nos parece tender Walking with a Glove, a la espera de llegar al catálogo final que nos informe del artista, director de nuestra mirada y movimientos a través de sus obras. 

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