jueves, 18 de febrero de 2016

CUARTO Y MITAD DE REALIDAD

Manuel Franquelo Giner, Biolencia Hepidérmica, Twin Gallery, San Hermenegildo 28, 14 Enero- 13 Febrero 2016.

Pablo J. Hernández Diego

El pasado 3 de Febrero tuve una de las sensaciones más raras que he sentido al ver una exposición, me explico: cuando entré en la Twin Gallery para ver la primera exposición individual de Manuel Franquelo vi corderos colgados, una loncha de bacon enorme, tablas de cortar, cuchillos, filetes, probetas… En ese momento me sentí como las veces que he entrado a un matadero o al congelador de una carnicería, automáticamente me vino el olor a carne cruda, especias, la sensación de estar en un entorno “semi-clínico” manchado de sangre. Sin embargo, lo que tenía delante era completamente distinto: la Twin Gallery es un lugar pequeño y acogedor (en comparación con un matadero), el único olor que se podía percibir era el de un suave cacao que salía de un par de corderos que estaban colgados. Esta situación me hizo tener una mezcla de gusto y asco que, aunque no del todo desagradable, te hace sentir extraño: estás viendo algo que te hace percibir otra cosa que no está presente pero que subyace de la idea en su conjunto. Creo que es la principal idea de la exposición y por la que podemos empezar.

La temática cárnica nos invita a ver lo que se esconde tras ella, una tabla de cortar en la que se esconde el “Amo”, convirtiéndose así en una mesa de sacrificio para la sociedad, un envase de deuda bancaria, una asquerosa loncha de bacon que vienen a conformar un banquete que representa nuestra sociedad, una sociedad que se deja sacrificar, una sociedad confundida, llevada al matadero sin rechistar. Manuel Franquelo emite su discurso basándose en la biopolítica de Foucault para establecer una exposición violenta, conformada por una sociedad cruda y compleja que muestra lo superficial, su epidermis.

El artista también hace alusión al error científico, a la aleatoriedad del desarrollo de experimentos que pueden acabar fallidos, realizándose como si de quitar hojas de una margarita se tratase. Toda la serie de dibujos a boli bic refleja este ideal con lo que el artista pretende transmitir hipocondría, una hipocondría que también se hace real en él, que representa una sociedad que no sabe qué va a pasar y que tiene miedo a caerse de las manos de sus líderes. La clonación aparece en Dolly, en la que Franquelo representa esa idea de la creación de una criatura de mirada perdida que no pudo salir de su ambiente, un experimento que tenía esa inseguridad de la que habla el artista.


 Esta exposición nos ofrece una visión real de nuestro mundo, un mundo que se muestra crudo, sangriento y repugnante. Traspasa las barreras de la piel para quedarse en ella y, desde dentro, observar que pasa y mostrarlo de una manera que salga de lo “canónico”, aunque la idea principal sea mostrar una sociedad donde se comulga con la “carnaza” que nos echan, donde vemos el desmembramiento pasivos esperando que llegue nuestro turno, con la mirada perdida como Dolly. Sin embargo, tener una loncha de fiambre de 2 metros en casa te concede el papel de narrador para contar una historia diferente a los invitados que gocen viendo en tu salón un troncho de carne “King Size”, lo que lleva a pensar si el mensaje de sociedad vacía, sentimiento  hipocondríaco y una crónica de un mundo tan asquerosamente crudo puede venderse como una pieza fetiche que ver mientras desayunas, un testigo inerte que ha visto y escuchado todo, una caja negra carísima.  Uno sale de la exposición descompuesto pero con un sabor dulce en la boca, un premio por aguantar conscientes una visión  de  nuestro propio sacrificio.

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