Pablo J. Hernández
“Mi madre me contó una
vez que iba a donar su cuerpo entero a la ciencia excepto los ojos, y lo
entiendo. Todo lo que he visto es mío”
Entiendo a Juan Muñoz
cuando dijo esto, somos memoria, estamos e interactuamos en el espacio y, esa
memoria, nos hace conscientes de donde nos encontramos. Juan Muñoz sabía leerlo
y modificarlo de una manera asombrosa estableciendo su discurso. Juan estudió
en Londres, en Croydon College y luego en el Central School of Art and Design,
donde aprendería las técnicas clásicas de grabado que más tarde desarrollará en
su obra. En 1982 viajará a Estados Unidos para eestudiar en el Pratt gracias a
una beca. 1990 es una fecha reseñable para este artista, ya que será cuando, a
partir de esta fecha, comience a incorporar elementos narrativos a su obra, con
este desarrollo de la escultura consigue romper un poco con la escultura
tradicional, hace un “lifting” a lo establecido.
La galería Elvira
González acoge la exposición de este gran artista obsesionado por el espacio y
la utilización e interactuación en este. Amante de la literatura, el teatro y
gran aficionado a la radio. En la galería se exponen varias esculturas,
fotografías y obras pictóricas del artista. Están situados de manera que el
espectador pueda interactuar con ellas, aunque supongo que el espacio será más
reducido del que está pensado para las obras.
La sensación de estar
dentro de un campo de actuación ajeno, en una conversación indiferente nos hace
tomar parte de la exposición y empezar a cuestionar nuestro propio espacio,
intentamos ubicarnos en un escenario teatral en el que no sabemos muy bien cuál
es nuestro papel. Nos hallamos en un espacio conformado casi siempre por dos
niveles como podemos ver en las 3 salas, en este espacio superior se colocan
las obras One laughing at the other, Balcón con figura de chino y Two figures one laughing at one”, esta
última se puede ver (y comprar) durante esta semana en ARCO. El tema del
espacio superior aparece en varias obras suyas, siendo reseñable la exposición realizada
en la Tate Modern en 2001-2002 “The Unilever Series: Juan Muñoz: Doble Blind”.
Lo que primero atrapa
al espectador en esta exposición es la escultura: más pequeña que el natural,
Juan había trabajado con modelos “enanos” y puede que influya a la hora de
realizar modelos. Aparecen sin extremidades en la mayoría de los casos y siendo
representados como chinos muchos de ellos, representando así una masificación de
la población. La situación en la que se encuentran no hacen otra cosa que
mostrarnos a nosotros como “intrusos” para que podamos analizar el espacio,
nuestro propio sentido, no se centra tanto en la acción en sí. La obra
pictórica vuelve a traernos esta idea de espacio, mostrando en algunos casos
los mismos elementos organizados de diferente manera.
Estamos ante uno de los
artistas contemporáneos más importantes de este país, desgraciadamente fallecido
hace 15 años. Juan Muñoz plasmó la idea de la utilización del espacio conforme
a nuestra propia existencia, utilizando la vista como herramienta principal que
nos otorgaba una información verídica de lo que teníamos delante pero de la
cual no debíamos fiarnos. Y es que Juan Muñoz era aficionado al ilusionismo y
la magia, por lo cual conocía bien las trampas que el ojo podía ofrecernos y
trabajar partiendo de esa base.
El trabajo de Juan
Muñoz nos ha acercado a unos planteamientos que pasan a convertir la escultura
en un elemento teatral, una obra en la que el espectador pasa a tomar parte del
discurso expositivo y con lo que puede plantearse su lugar en el espacio.
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