miércoles, 10 de febrero de 2016

The messenger. Hito Steyerl y la crítica visual.

Hito Steyerl. Duty-Free Art. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Cristina Salcedo Solís

La pobre imagen. “The poor Image”. Quizás podamos encuadrar (someramente) toda la obra y el pensamiento de la alemana Hito Steyerl, una de las artistas contemporáneas mejor consideradas del campo del vídeo-arte, dentro de esta locución. La pobre imagen que, como ella misma asegura en un artículo para la revista e-flux: has been uploaded, downloaded, shared, reformated, and reedited. It transforms quality into accesibility, exhibition value into cult value, films into clips, contemplation into distraction.

Resulta cuanto menos llamativa la paradoja en sus palabras, al menos en el contexto de la exposición acogida de la artista en el archiconocido Museo Reina Sofía: Duty-Free Art. En la muestra, en la que prima el llamado vídeo-arte, la voz de Steyerl es a la vez agonía e intento de profecía. Conjugando un lenguaje accesible con la (a ratos dudosa) crítica subversiva, la artista nos demuestra que, ciertamente, la contemplación se puede convertir en simple distracción y que el valor de exhibición puede transformarse en valor de culto (términos ya introducidos por Walter Benjamin en el siglo XX).

Steyerl se sirve del absoluto poder y omnipresencia de la imagen para poner en sobre aviso: Empty your mind. Be formless, shapeless, like water. Ésta expresión, que resume el contenido de “Liquidity Inc” (vídeo de 30 minutos sobre las vivencias de Jacob Wood, que perdió su trabajo cuando el banco de inversiones Lehman Brothers cayó en el año 2008) se antoja paradigmática en relación al conjunto de la muestra. En ella la artista nos quiere transmitir su señal, una luz que ilumina todo aquello que el ojo no percibe, los significados ocultos detrás de todo aquello que hemos normalizado. “Empty your mind”. Sí. Vacía tu mente, y sólo así podrás percibir la realidad despojada de influencias y condicionamientos sociales y culturales, dominados y conformados por una cultura visual repetitiva e insistente, sin olvidar, de nuevo, la parte subyacente de cualquier discurso, que es la que la artista pretende criticar y manifestar.

Se requiere atención absoluta. Puesto que tratamos con una muestra densa con pretensiones moralizantes, que se sirve del vídeo para criticar ciertas estructuras y realidades de la sociedad contemporánea (en obras que van desde el famoso discurso I Dreamed a Dream: Politics in the Age of Mass Art Production, del año 2013, hasta Lovely Andrea, del 2007) debemos dejar las convenciones a un lado e intentar comprender por qué Steyerl quiere demostrar unas circunstancias tan diversas, aunque, de entrada, el suyo pueda parecer un camino hacia la reivindicación algo trillado.

Atención, empero, que se ve frustrada debido a un display casi teatral que nos aleja de la contemplación y absorción del mensaje, así como de la concienciación visual y social. Tratamos, si, con la idea de un mensaje poderoso. Una crítica abordable (tanto feminista, como enfocada al concepto y a la realidad de la globalización o a la cultura de masas) que, no obstante, se ve eclipsada por la disposición de los elementos que completan el plano museográfico y que acompañan a la experiencia de visualización de los films (sillones, sillas y colchonetas dignas de los más variopintos establecimientos de mobiliario de diseño) para terminar por eliminar o condicionar la recepción de las ideas de Steyerl.


En resumen: aunque la muestra podría tener una potencia indudable, es más fácil ver a los visitantes disfrutando del ostentoso mobiliario o mareándose con las luces de colores que verles asimilando lo realmente importante. El ambiente escogido, entonces, convierte al que debería ser un espectador atento en un usuario distraído, que más parece estar en un “Ikea” que en una institución museística. 

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