Hito Steyerl. Duty-Free
Art. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Cristina Salcedo Solís
La pobre imagen. “The poor Image”. Quizás podamos encuadrar
(someramente) toda la obra y el pensamiento de la alemana Hito Steyerl, una de
las artistas contemporáneas mejor consideradas del campo del vídeo-arte, dentro
de esta locución. La pobre imagen que, como ella misma asegura en un artículo
para la revista e-flux: has been
uploaded, downloaded, shared, reformated, and reedited. It transforms quality
into accesibility, exhibition value into cult value, films into clips,
contemplation into distraction.
Resulta cuanto menos llamativa la paradoja en sus palabras,
al menos en el contexto de la exposición acogida de la artista en el
archiconocido Museo Reina Sofía: Duty-Free
Art. En la muestra, en la que prima el llamado vídeo-arte, la voz de
Steyerl es a la vez agonía e intento de profecía. Conjugando un lenguaje
accesible con la (a ratos dudosa) crítica subversiva, la artista nos demuestra
que, ciertamente, la contemplación se puede convertir en simple distracción y
que el valor de exhibición puede transformarse en valor de culto (términos ya
introducidos por Walter Benjamin en el siglo XX).
Steyerl se sirve del absoluto poder y omnipresencia de la
imagen para poner en sobre aviso: Empty
your mind. Be formless, shapeless, like water. Ésta expresión, que resume
el contenido de “Liquidity Inc” (vídeo de 30 minutos sobre las vivencias de
Jacob Wood, que perdió su trabajo cuando el banco de inversiones Lehman Brothers cayó en el año 2008) se
antoja paradigmática en relación al conjunto de la muestra. En ella la artista
nos quiere transmitir su señal, una luz que ilumina todo aquello que el ojo no
percibe, los significados ocultos detrás de todo aquello que hemos normalizado.
“Empty your mind”. Sí. Vacía tu mente, y sólo así podrás percibir la realidad
despojada de influencias y condicionamientos sociales y culturales, dominados y
conformados por una cultura visual repetitiva e insistente, sin olvidar, de
nuevo, la parte subyacente de cualquier discurso, que es la que la artista
pretende criticar y manifestar.
Se requiere atención absoluta. Puesto que tratamos con una
muestra densa con pretensiones moralizantes, que se sirve del vídeo para
criticar ciertas estructuras y realidades de la sociedad contemporánea (en
obras que van desde el famoso discurso I
Dreamed a Dream: Politics in the Age of Mass Art Production, del año 2013,
hasta Lovely Andrea, del 2007) debemos
dejar las convenciones a un lado e intentar comprender por qué Steyerl quiere demostrar
unas circunstancias tan diversas, aunque, de entrada, el suyo pueda parecer un camino hacia la reivindicación algo trillado.
Atención, empero, que se ve frustrada debido a un display casi teatral que nos aleja de la
contemplación y absorción del mensaje, así como de la concienciación visual y
social. Tratamos, si, con la idea de un mensaje poderoso. Una crítica abordable
(tanto feminista, como enfocada al concepto y a la realidad de la globalización
o a la cultura de masas) que, no obstante, se ve eclipsada por la disposición
de los elementos que completan el plano museográfico y que acompañan a la
experiencia de visualización de los films (sillones, sillas y colchonetas
dignas de los más variopintos establecimientos de mobiliario de diseño) para terminar por eliminar o condicionar la recepción de las ideas de Steyerl.
En resumen: aunque la muestra podría tener una potencia indudable, es más fácil ver a los visitantes disfrutando del ostentoso
mobiliario o mareándose con las luces de colores que verles asimilando lo
realmente importante. El ambiente escogido, entonces, convierte al que debería ser un
espectador atento en un usuario distraído, que más parece estar en un “Ikea”
que en una institución museística.
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