jueves, 18 de febrero de 2016

VIOLENCIA EN LA CARNE

Manuel Franquelo Giner. Biolencia Epidé®mica
Twin Gallery.
14 de enero a 13 de febrero de 2016, Madrid.


Laura Rebolledo Rodríguez

Con una preocupación en cuanto a la filosofía, la estética, la ciencia y a la política, Manuel Franquelo, plantea a través de su hipocondríaca preocupación actual una producción plástica y escultórica reforzada por una fuerte edificación teórica. Obras realizadas a lápiz, bolígrafo, fotografía, collage o mediante capas de resina o silicona, predominan los rojos y los blancos, evocándonos a la sangre y a la carne, obras que son vísceras parlantes y que no hablan por sí solas, sino en relación con ellas mismas.

Si el objetivo del arte, es que este tiene el deber de hablar por sí solo, Franquelo provoca que algo se le remueva por dentro al espectador, pero este a su vez no comprende el por qué de dicha repulsión sin entender el contexto del conjunto. Es a través del discurso artístico donde se muestra una representación fetichista de lo biológico, la carne y los animales, quienes juegan un papel primordial. Un conjunto rojo y sangriento que evoca a los órganos de Anish Kapoor colgado en el Rijksmuseum enfrentándose a Rembrandt  y a las elocuentes frases de Nauman como: “The true artist helps the world by revealing mystic truths,” postulando de cierta manera un pastiche de diferentes ideas pero de un mismo objetivo.

Atreviéndose a juzgar el error en la ciencia y provocando de lo cotidiano y banal un estado de putrefacción que se convierte en deseable, como unas probetas de vino con moho, lonchas de beicon artificiales o corderos de chocolate gourmet, el artista cumple el deber de comunicar al mundo mostrando lo que hay bajo nuestra piel, generando una respuesta hipocondríaca. Mientras que lo artificial abraza a lo biológico, como su CPU absorbe un filete, el mundo tecnológico se traga al natural, del mismo modo que este nos mata nosotros a mismos. Bajo una mirada catastrofista que gira su mirada hacia un pasado perdido y vislumbra un futuro depredador, se aleja de las medidas convencionales jugando con la idea de la mercantilización de lo humano.

Humanos convertidos metafóricamente en carne, como un producto ya muerto, que está a la venta. Una sociedad que está siendo descuartizada, de la misma manera que lo está siendo el arte, desangrada y mandada a comercio, entre conservantes artificiales y deuda pública. Una imagen de la población, la cual comparte sala y mira a los ojos a cuatro desventurados corderos muertos, colgados del techo, con una imagen abyecta pero apetecible, como Adorno teorizaba, la mercantilización del horror se vuelve apetitosa en la galería.

Entre los animales muertos, tres corderos de chocolate bastante deseables los cuales piden hincar el diente, aparece una señal blanca realizada por resina, la cual destella por un halo de luz al estilo de Agnus Dei, como si de una salvación se tratase, o quizás no, comparte espacio de matadero con los otros tres corderos, con la carne, con lo humano, y como no, con el arte.

Franquelo realiza un arte creado a través de la violencia, el trauma, el malestar social y político. Su primera exposición individual cargada de un contenido teórico-filosófico, no se queda atrás, y se mantiene a la altura de cualquier otro artista veterano del panorama nacional que se beneficie de tener más recorrido y más proyección internacional.  

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