Juan Muñoz, Galería Elvira González (Madrid)
20 de Enero - 30 de Marzo 2016.
Alba Cortés Díaz.
- ¿Qué es la Nada?
-Es el vacío que queda, la desolación que
destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.
Michael Ende, “La historia
interminable”
Supongamos que estamos
en medio de un espacio vacío. Un espacio sin habitar en el que lejos, puede
percibirse aún un eco de risas pasadas proyectadas en un presente o como decía Žižek “elevadas
al rango de lo imposible para posponerlo o evitar su encuentro”. Un ilusionismo que se evidencia de manera casi
mitológica en una chimenea, una silla o en la profundidad de un espejo, en el
que las relaciones sociales entre los individuos se reflejan de una “forma
fantasmagórica” (en palabras de Marx). Es por esto que la obra de Juan Muñoz,
siguiendo el pensamiento de Deluze, no pueda catalogarse de manera simplista
dentro de una única “taxonomía artística” sino que su propia esencia pueda
abrirse en distintos “rizomas”.
Siguiendo el concepto
deleuziano, las múltiples ramas en las
que se divide el árbol de Porfirio de Juan Muñoz, se reunirían en torno al
concepto de lo Real. Este juego escenográfico que se muestra en la céntrica
Galería Elvira de Madrid pretende desentrañar una serie de límites entre lo Real
y lo imaginario. Rendidos ante la censura y en medio de un pensamiento capitalista,
Muñoz viste y desviste a individuos anónimos, estableciendo un diálogo entre piezas
escultóricas y pictóricas y rindiéndose ante el crudo pensamiento capitalista. No es necesario que el artista sitúe a sus
personajes en un escenario físicamente visible sino que gracias a su calidad
escultórica, a la extraordinaria capacidad narrativa del artista y a la
confrontación de las obras, es posible visualizar cómo los personajes de One
Laughing at the Other ríen de manera
violenta en contraposición con el silencio de los mobiliarios.
Esta comunicación que
plantea Muñoz en esta primera obra se transforma en una carencia de la misma
que se encuentra invadida por un sentimiento de soledad. La ilusión y el
misterio permanecen visibles gracias a la teatralización del espacio, a la
presencia de sombras que hacen que lo Real sea plenamente palpable e incluso sea
posible la materialización de una de las 100 obras de arte imposible de Dora
García: la imposibilidad de cegar un abismo.
De
alguna manera Muñoz nos introduce dentro del suceso artístico de una manera casi
“vouyerista” y haciéndonos partícipes de
su Nada no es difícil imaginarnos a nosotros mismos ocupando el lugar de uno de
los personajes, vernos caminar por sus brazos e incluso ocupando asiento en sus
mobiliarios. ¿Formamos parte de la historia o simplemente estamos dentro del
relato de otro? Quizá ante todo esto sólo nos queda esperar la espera, esperar
impasibles formar parte de la historia, tal y como ocurre en Balcón con figura de un chino, pieza hierática
con un cierto carácter omnisciente que nos recuerda al canon de las esculturas
del periodo Arcaico. El continuo juego de presencia-ausencia (lo Real, lo
imaginario y lo simbólico puede contemplarse nuevamente en Sin título, 2001 en la que el espejo mismo es una representación de
las propias dimensiones lacanianas y Walking with a glove, donde el artista
incorpora de nuevo el componte de lo insólito.
Muñoz
crea en esta muestra una coreografía violenta, una danza infernal que culmina con la última
pieza de la exposición, Two Figures one
laughing at one hanging en la que la risa, que venía acompañándonos
esquizofrénicamente durante todo nuestro recorrido se declara culpable, llevando
a uno de los personajes hasta la propia muerte. Cuánta razón tenías, William
Faulkner: “entre el dolor y la nada elijo el dolor”.
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