martes, 23 de febrero de 2016

NADIE, NUNCA, NADA.

Juan Muñoz,  Galería Elvira González (Madrid)
20 de Enero - 30 de Marzo 2016.
Alba Cortés Díaz.

- ¿Qué es la Nada?
-Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.
Michael Ende, “La historia interminable”

Supongamos que estamos en medio de un espacio vacío. Un espacio sin habitar en el que lejos, puede percibirse aún un eco de risas pasadas proyectadas en un presente o como decía Žižek “elevadas al rango de lo imposible para posponerlo o evitar su encuentro”.  Un ilusionismo que se evidencia de manera casi mitológica en una chimenea, una silla o en la profundidad de un espejo, en el que las relaciones sociales entre los individuos se reflejan de una “forma fantasmagórica” (en palabras de Marx). Es por esto que la obra de Juan Muñoz, siguiendo el pensamiento de Deluze, no pueda catalogarse de manera simplista dentro de una única “taxonomía artística” sino que su propia esencia pueda abrirse en distintos “rizomas”.
Siguiendo el concepto deleuziano,  las múltiples ramas en las que se divide el árbol de Porfirio de Juan Muñoz, se reunirían en torno al concepto de lo Real. Este juego escenográfico que se muestra en la céntrica Galería Elvira de Madrid pretende desentrañar una serie de límites entre lo Real y lo imaginario. Rendidos ante la censura y en medio de un pensamiento capitalista, Muñoz viste y desviste a individuos anónimos, estableciendo un diálogo entre piezas escultóricas y pictóricas y rindiéndose ante el crudo pensamiento capitalista.  No es necesario que el artista sitúe a sus personajes en un escenario físicamente visible sino que gracias a su calidad escultórica, a la extraordinaria capacidad narrativa del artista y a la confrontación de las obras, es posible visualizar cómo los personajes de  One Laughing at the Other  ríen de manera violenta en contraposición con el silencio de los mobiliarios.

Esta comunicación que plantea Muñoz en esta primera obra se transforma en una carencia de la misma que se encuentra invadida por un sentimiento de soledad. La ilusión y el misterio permanecen visibles gracias a la teatralización del espacio, a la presencia de sombras que hacen que lo Real sea plenamente palpable e incluso sea posible la materialización de una de las 100 obras de arte imposible de Dora García: la imposibilidad de cegar un abismo.

De alguna manera Muñoz nos introduce dentro del suceso artístico de una manera casi “vouyerista”  y haciéndonos partícipes de su Nada no es difícil imaginarnos a nosotros mismos ocupando el lugar de uno de los personajes, vernos caminar por sus brazos e incluso ocupando asiento en sus mobiliarios. ¿Formamos parte de la historia o simplemente estamos dentro del relato de otro? Quizá ante todo esto sólo nos queda esperar la espera, esperar impasibles formar parte de la historia, tal y como ocurre en Balcón con figura de un chino, pieza hierática con un cierto carácter omnisciente que nos recuerda al canon de las esculturas del periodo Arcaico. El continuo juego de presencia-ausencia (lo Real, lo imaginario y lo simbólico puede contemplarse nuevamente en Sin título, 2001 en la que el espejo mismo es una representación de las propias dimensiones lacanianas  y Walking with a glove, donde el artista incorpora de nuevo el componte de lo insólito.

Muñoz crea en esta muestra una coreografía violenta, una danza infernal que culmina con la última pieza de la exposición, Two Figures one laughing at one hanging en la que la risa, que venía acompañándonos esquizofrénicamente durante todo nuestro recorrido se declara culpable, llevando a uno de los personajes hasta la propia muerte. Cuánta razón tenías, William Faulkner: “entre el dolor y la nada elijo el dolor”.

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