Hito Steyerl, Duty-Free Art. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
María Bustos Borrego
Hito Steyerl presenta una
selección de sus obras en la exposición Duty-Free
Art sin olvidar, en primer lugar, que está en nosotros la acción de golpear
y cambiar la percepción de las imágenes; y en segundo, que estamos en un
espacio controlado por todo tipo de “guardias” y acudimos predestinados al
museo para consumir arte.
A partir de aquí, nos sumergimos
en Lyquidity Inc, flotando en una
atmósfera azulada que nos invita a “ser agua”, mientas nuestros cuerpos se van
hundiendo en cómodas colchonetas. La instalación invita tanto al disfrute del
contenido, como a dormitar ante la pantalla, dudando si las imágenes pertenecen
al subconsciente o a la realidad apelativa.
Tras algo tan simple como una
alfombra roja, se nos alerta de que cualquiera es susceptible de estar dentro o
fuera (si quieres estar sobre la alfombra o bajo ella). Todos estamos dentro de
la globalización, del sistema, vigilados, etiquetados, en una guerra constante
(que no consciente) del "yo" dentro del "todo", porque el
"yo" no puede subsistir fuera del "todo". Los audiovisuales trabajan
con la confusión, las contradicciones que se presentan en la sociedad y la
empatía (o falta de ella) que podemos sentir ante ciertas realidades.
La oratoria puede ser un arma
maravillosa, que engancha, emociona, transmite y convence. Es indiscutible que
Hito Steyerl tiene ese don y lo muestra en las conferencias que realiza con
gran destreza, dos de las cuales están incluidas en la exposición: en ambas se
reflexiona sobre la sociedad, a través de Los
Miserables de Víctor Hugo o del filósofo Theodor W.Adorno.
En realidad todas las
instalaciones artísticas de Hito Steyerl pueden parecer inconexas, pero solo
dedicándole el tiempo necesario, el espectador puede ver la complejidad del
mensaje, y el trasfondo social (feminismo, mercado del arte) actual y político
que pretende transmitir a través de imágenes que forman parte de nuestra cultura
visual: desde noticias o películas donde explota un avión, hasta "targets
de resolución" que nos hacen desaparecer (o simplemente nos esconden), o
como estamos entre las cuerdas del rin, o atados a ellas (quizás por gusto,
quizás por sometimiento).
La cuestión de tiempo me lleva a
plantear la exposición como algo novedoso, lamentablemente inabarcable en un
solo día (salvo que estés dispuesto a acabar con las retinas agrietadas). La
tecnología empieza a introducirse en el arte, admite muchas posibilidades de
realidad, de técnica, de ilusión, y lo más importante, es muy reproductible,
con solo un soporte electrónico y un "clic" puedes acceder a todo un
mundo. Considero que es una proeza que el Museo Nacional Centro de Arte Reina
Sofía haya acogido una exposición con estas características, rompe con la forma
tradicional de visitar un museo (entrar y salir con la satisfacción de que has
visto todas las obras a través un recorrido marcado, "¡y de seguido, en 50
minutos!"), una exposición de estas dimensiones temporales requiere más de
una visita, requiere unos planteamientos que el espectador debe llevarse a casa
y completarlos con sus propias opiniones hasta la próxima visita.
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