jueves, 11 de febrero de 2016

TODAS LAS CONTRADICCIONES TIENEN UN HILO CONDUCTOR: EL TIEMPO

Hito Steyerl, Duty-Free Art. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

María Bustos Borrego

Hito Steyerl presenta una selección de sus obras en la exposición Duty-Free Art sin olvidar, en primer lugar, que está en nosotros la acción de golpear y cambiar la percepción de las imágenes; y en segundo, que estamos en un espacio controlado por todo tipo de “guardias” y acudimos predestinados al museo para consumir arte.

A partir de aquí, nos sumergimos en Lyquidity Inc, flotando en una atmósfera azulada que nos invita a “ser agua”, mientas nuestros cuerpos se van hundiendo en cómodas colchonetas. La instalación invita tanto al disfrute del contenido, como a dormitar ante la pantalla, dudando si las imágenes pertenecen al subconsciente o a la realidad apelativa.

Tras algo tan simple como una alfombra roja, se nos alerta de que cualquiera es susceptible de estar dentro o fuera (si quieres estar sobre la alfombra o bajo ella). Todos estamos dentro de la globalización, del sistema, vigilados, etiquetados, en una guerra constante (que no consciente) del "yo" dentro del "todo", porque el "yo" no puede subsistir fuera del  "todo". Los audiovisuales trabajan con la confusión, las contradicciones que se presentan en la sociedad y la empatía (o falta de ella) que podemos sentir ante ciertas realidades.

La oratoria puede ser un arma maravillosa, que engancha, emociona, transmite y convence. Es indiscutible que Hito Steyerl tiene ese don y lo muestra en las conferencias que realiza con gran destreza, dos de las cuales están incluidas en la exposición: en ambas se reflexiona sobre la sociedad, a través de Los Miserables de Víctor Hugo o del filósofo Theodor W.Adorno.

En realidad todas las instalaciones artísticas de Hito Steyerl pueden parecer inconexas, pero solo dedicándole el tiempo necesario, el espectador puede ver la complejidad del mensaje, y el trasfondo social (feminismo, mercado del arte) actual y político que pretende transmitir a través de imágenes que forman parte de nuestra cultura visual: desde noticias o películas donde explota un avión, hasta "targets de resolución" que nos hacen desaparecer (o simplemente nos esconden), o como estamos entre las cuerdas del rin, o atados a ellas (quizás por gusto, quizás por sometimiento).

La cuestión de tiempo me lleva a plantear la exposición como algo novedoso, lamentablemente inabarcable en un solo día (salvo que estés dispuesto a acabar con las retinas agrietadas). La tecnología empieza a introducirse en el arte, admite muchas posibilidades de realidad, de técnica, de ilusión, y lo más importante, es muy reproductible, con solo un soporte electrónico y un "clic" puedes acceder a todo un mundo. Considero que es una proeza que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía haya acogido una exposición con estas características, rompe con la forma tradicional de visitar un museo (entrar y salir con la satisfacción de que has visto todas las obras a través un recorrido marcado, "¡y de seguido, en 50 minutos!"), una exposición de estas dimensiones temporales requiere más de una visita, requiere unos planteamientos que el espectador debe llevarse a casa y completarlos con sus propias opiniones hasta la próxima visita.  


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