jueves, 11 de febrero de 2016

Perspectivas, críticas y egolatría

Duty-Free Art, Hito Steyerl en el MNCARS, del 11 Noviembre 2015- 21 Marzo del 2016. 

María Tanco González 

Hito Steyerl (1966) es una artista particular. Alguien capaz de hacer que su muestra sea un replicar constante de su rostro, de una voz en off introduciendo ideas en su público, planteando preguntas y cuestiones mientras se les permite acomodarse en unas instalaciones que animan a la relajación y a dejarse hundir en su voz y en su gesto. Quizás es una muestra de egolatría muy particular, pues estamos más acostumbrados a que las obras sean las que marquen el discurso, y no el retrato del propio artista. Pero ella, de esta manera considera apropiado hacernos divagar entre la sociedad de consumo, el feminismo, actitudes patriarcales, golpes emocionales o aquellos pequeños detalles del mundo en el que vivimos que se nos han podido pasar por alto pero de los que ella podría estar divagando durante horas. Porque reflexionar, realmente, no es tanto pedir. E igual aquello a lo que estamos tan acostumbrados, si nos paramos a pensarlo, ni es tan normal, ni deberíamos hacernos los sordos ante según qué cosas. 

Es una muestra que requiere paciencia y concentración, no se trata precisamente de una serie de cuadros a los que podamos elegir cuánto tiempo les dedicamos, son vídeos que hay que ver con la mente despejada, sin prejuicios –o con los mínimos posibles-, con tranquilidad y procurando sacar una reflexión final. Sin hacer caso del reloj, sin llevar ningún tipo de control del tiempo, ver esta exposición requiere la tranquilidad de quien no es esperado en ningún otro sitio. Y de quien tiene las energías y la mente despejada para dejarse llevar entre los temas y los contrastes que Steyerl nos propone, como espectadores activos, pensantes y participantes. Y juntas, la suma de todas estas reflexiones crean el discurso de ésta muestra en el Reina Sofía. No acepta ni acoge, de este modo, ni prisas, ni estrés, ni personas obtusas.

La escenografía hace mucho por su obra, nos muestra un reflejo de nuestro mundo a través de pantallas digitales, esas a las que ya dedicamos un exceso de horas todos los días. A través de ellas nos llega la información de los medios de comunicación, que ella critica de manera directa desde sus obras: ya cada vez ocurre más a menudo eso de que ni los medios contrasten la información que publican. Nos cuesta darles una oportunidad, todo es susceptible a la manipulación, de todo hay que conocer el origen, el motivo, y por supuesto; de dónde viene el dinero para financiarlo.

Steyerl usa una constante mirada crítica, calculando cada recurso usado para sumergirnos en el mundo de su perspectiva. No es una mirada, la suya, limpia de objetivos ni juicios, pero la nuestra tampoco lo es, por lo tanto no podemos exigirle más. Sin embargo si es nuevo, en el sentido de que ver la vida a través de otros ojos, siempre resulta enriquecedor. Nos habla aquí de la realidad económica, y como la economía es un factor fundamental para el desarrollo de la vida de alguien. Como la ruina termina con las esperanzas y los sueños, y a su vez, con toda aportación que esa persona pudiera haber hecho al mundo.


La crítica social se ha calado en el arte desde tiempos inmemorables, y lo seguirá haciendo, porque resulta necesario: los artistas dejan huella en la historia reflejando la sociedad en la que vivieron, con sus carencias y sus aspiraciones poco a poco, y en algunos casos, consiguen pulirla, mejorarla, de aquí su necesaria presencia, y la necesidad de obras como las que muestra Steyerl en estas salas.

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