Duty-Free Art, Hito Steyerl en el MNCARS, del 11 Noviembre 2015- 21 Marzo del 2016.
María Tanco
González
Hito Steyerl (1966) es una artista particular.
Alguien capaz de hacer que su muestra sea un replicar constante de su
rostro, de una voz en off introduciendo ideas en su público, planteando
preguntas y cuestiones mientras se les permite acomodarse en unas instalaciones
que animan a la relajación y a dejarse hundir en su voz y en su gesto. Quizás
es una muestra de egolatría muy particular, pues estamos más acostumbrados a
que las obras sean las que marquen el discurso, y no el retrato del propio
artista. Pero ella, de esta manera considera apropiado hacernos divagar entre
la sociedad de consumo, el feminismo, actitudes patriarcales, golpes
emocionales o aquellos pequeños detalles del mundo en el que vivimos que se nos
han podido pasar por alto pero de los que ella podría estar divagando durante
horas. Porque reflexionar, realmente, no es tanto pedir. E
igual aquello a lo que estamos tan acostumbrados, si nos paramos a pensarlo, ni
es tan normal, ni deberíamos hacernos los sordos ante según qué cosas.
Es una muestra que
requiere paciencia y concentración, no se trata precisamente de una serie de
cuadros a los que podamos elegir cuánto tiempo les dedicamos, son vídeos que
hay que ver con la mente despejada, sin prejuicios –o con los mínimos
posibles-, con tranquilidad y procurando sacar una reflexión final. Sin hacer
caso del reloj, sin llevar ningún tipo de control del tiempo, ver esta
exposición requiere la tranquilidad de quien no es esperado en ningún otro
sitio. Y de quien tiene las energías y la mente despejada para dejarse llevar
entre los temas y los contrastes que Steyerl nos propone, como espectadores
activos, pensantes y participantes. Y juntas, la suma de todas estas
reflexiones crean el discurso de ésta muestra en el Reina Sofía. No acepta ni
acoge, de este modo, ni prisas, ni estrés, ni personas obtusas.
La escenografía
hace mucho por su obra, nos muestra un reflejo de nuestro mundo a través de
pantallas digitales, esas a las que ya dedicamos un exceso de horas
todos los días. A través de ellas nos llega la información de los medios de
comunicación, que ella critica de manera directa desde sus obras: ya cada vez
ocurre más a menudo eso de que ni los medios contrasten la información que
publican. Nos cuesta darles una oportunidad, todo es susceptible a la
manipulación, de todo hay que conocer el origen, el motivo, y por supuesto; de
dónde viene el dinero para financiarlo.
Steyerl usa una constante mirada crítica, calculando cada
recurso usado para sumergirnos en el mundo de su perspectiva. No es una mirada,
la suya, limpia de objetivos ni juicios, pero la nuestra tampoco lo es, por lo
tanto no podemos exigirle más. Sin embargo si es nuevo, en el sentido de que
ver la vida a través de otros ojos, siempre resulta enriquecedor. Nos habla
aquí de la realidad económica, y como la economía es un factor fundamental para
el desarrollo de la vida de alguien. Como la ruina termina con las esperanzas y
los sueños, y a su vez, con toda aportación que esa persona pudiera haber hecho
al mundo.
La crítica social se ha calado en el arte desde tiempos inmemorables,
y lo seguirá haciendo, porque resulta necesario: los artistas dejan huella en
la historia reflejando la sociedad en la que vivieron, con sus carencias y sus
aspiraciones poco a poco, y en algunos casos, consiguen pulirla, mejorarla, de
aquí su necesaria presencia, y la necesidad de obras como las que muestra
Steyerl en estas salas.
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