jueves, 18 de febrero de 2016

Deshumanización de la rutina

Manuel Franquelo Giner, Biolencia Hepidé®mica, Twin Gallery
(14 de enero- 13 de febrero de 2016)
María Tanco González


Franquelo hijo es un artista fuertemente preocupado por la teoría estética y contemporánea, causa que demuestra en cada una de sus obras, en las cuales enlaza los dispositivos y medios actuales. La suma de conceptos biología, violencia y epidermis da nombre a este conjunto de obras. Cada una realizada con una técnica: dibujos, sellos -que nos recuerdan a los grabados clásicos-, montajes fotográficos, impresiones en 3D, y reinando la sala, unos visualmente desagradables pero deliciosos corderos degollados colgantes de chocolate. Y digo deliciosos conscientemente, porque el autor nos dió la oportunidad de probarlos, y es la primera que puedo literalmente comerme una obra de arte contemporáneo. Este gesto tan tonto hará que no olvide esta exposición, y que aunque sea de forma involuntaria, le siga la pista a Manuel, curiosa por saber cuáles serían sus siguientes proyectos.

Él pretendía aquí partir de la hipocondría, del miedo a enfermar absolutamente irracional, de tenerlo todo, y lo peor de todo. Y es una idea que se va expandiendo a lo largo de sus piezas que mezclan tecnología con carne que se debería pudrir; pero no lo hace por las alteraciones a las que la sometemos, y que al mismo tiempo la desnaturaliza totalmente. Ha llegado un punto en el que la manipulación es tal que ya no solo nos conformamos con envasar comida alterada, también envasamos sentimientos, emociones y recuerdos, que parecen expuestos a la vista y venta de quien los quiera.

A Franquelo le gusta insistir en la idea del error en lo científico, ensayos constantes que necesitan ligeras correcciones, y cómo lo científico cambia nuestras rutinas.  Y de la ciencia nos recuerda aquel caso de la oveja Dolly (1996), aquel animal producto de un experimento que terminó siendo tan mediatizado que su significado varió inevitablemente, vaciándose. Son estas ideas de cómo lo tecnológico absorbe lo biológico, y hasta nosotros perdemos nuestra propia identidad. Una mercantilización que nos absorbe, y saca versiones distintas de nosotros: ni mejores ni peores, pero sí otras, que de artificiales, no nos pueden identificar. Es una búsqueda constante de lo asqueroso, de la reproducción masiva, lo abyecto, y esas partes del mundo en el que vivimos que no queremos mirar. Que nos hemos acostumbrado a esquivar. Esta es la denuncia que hace Franquelo: no dejemos que lo que nació como una herramienta, como una ayuda, nos coma el terreno de lo humano.


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