CHOCOLATEAR EL ID Y DOCILIZAR EL SUPEREGO.
Manuel Franquelo Giner. Biolencia Hepérmica. Twin Gallery. Exposición abierta del 14 de
enero a 13 de febrero de 2016. Calle San Hermenegildo 28, 28015, Madrid.
MOGARRA CERVERA, Juan Antonio.
La
muestra de Franquelo se caracteriza por el simulacro de realidad y por el
simulacro fallido que precede la catástrofe en los procesos manufacturación de
los consumibles (el pensamiento entre ellos). Incardinado dentro de los artistas
de la criticalidad, en este caso se centra en los procesos de producción de
significados y los agentes implicados. Mostrando cómo el ocultamiento de dichos
procesos sirve de póliza frente a los posibles o probables errores y sus consecuencias.
El
artista aprovecha la libertad de espacio que le ofrece la galería para poner en
evidencia un tema de urgencia y un posible leitmotiv. Se retrata en sus piezas,
en un neuroticismo narcisista aliñado con la hipocondría de crear un discurso teórico
sustentador, apropiándose de los fetiches chocolateados de la filosofía contemporánea.
Busca el equilibrio entre el hermetismo de la exposición y la
sobreinterpretación. En este caso cierto grado de paternal acompañamiento a
través de las obras no estaría de más, ya que la recursividad de los signos
empleados, hacen naufragar las interpretaciones en un solo nivel semiológico, cuando,
en realidad es un sistema pierciano de tricotomías interpretativas que van de
la ciencia, a la sobreproducción y el control de la mente colectiva.
La
hipocondría puede ser la postura pasivo-agresiva de la sociedad
hiper-racionalista que se aterra de los productos que ella misma genera para
dar satisfacción a sus deseos. El ser humano actual se sirve de la
hipertecnicidad y se abyecta de los fines para la que es utilizada. Se nos
aleja de los procesos de producción, pero no llegan a suprimirlos totalmente.
Los restos de los mismos no hacen preguntarnos con temeridad por el carácter malévolo
de lo que consumimos o por lo que somos consumidos. El siguiente paso de esta
producción en cadena llevaría de la bio-política foucaultiana de la vigilancia
y castigo de los Guards a la
manufacturación de pensamiento.
El
consumidor se convierte en consumido e, igual que la loncha de Bacon, nos volvemos productos
masificados, biológicos pero compuestos de un alto porcentaje de artificialidad
instalada en las cadenas de montaje del Ministerio
de la Verdad. Para desactivar el comportamiento masa, el arte y la crítica
deben sacar al individuo del pensamiento colmena en el que se ve envuelto.
Vivimos en una sensación de libertad individual que
es rectificada hacia un pensamiento normativizado mediante la persuasión. En
esta era de la propaganda (de significados), el uso y abuso de la persuasión es la nota dominante que anunciaban Pratkanis y Aronson.
En
vez de ocultarnos pues, de los productos de nuestros deseos irracionales
permitiendo que se aprovechen de los mismos en la venta por piezas de una democracia
borreguil, la posición agresiva de esa hipocondría debe mostrar la parte “real”
de dicha patología, y fomentar de esta manera una toma de decisiones de orden
público que sea tenida en cuenta por los poderes fácticos.
Después
de ofrecer una muestra física de sus obsesiones por los procesos de
Vio-manufacturación de la mente a través de la explotación de los deseos
creados en el laboratorio de las RR.PP. y obsesivamente encofrados con una
estructura teórica, el cierre de la visita convierte el simulacro en catástasis.
Como decía Duchamp [la atracción ejercida por] “el arte tiene la bonita
costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas”. El arte también se puede
mofar de la teoría, como las cuerdas se quedan sin corderos que sostener, ya
que finalmente, el miedo a la disonancia de una herencia de comportamiento
establecido y la estetización de lo abyecto acaba por hacernos tragar. La
última esperanza queda en la Indigestión
II que revele la gran mierda del sistema.
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