Hito Steyerl. Duty-Free Art. Museo Nacional Centro de
Arte Reina Sofía.
Pilar Berrozpe.
La exposición “Duty-Free Art” de
Hito Steyerl en el Museo Reina Sofía es una suerte de laberinto en el espacio y
en el tiempo por el que transitamos a través de la imagen por caminos
inesperados. Borrando las fronteras de los usos poéticos, críticos y artísticos
del video, la conferencia, la performance y el documental, el resultado de las
video-instalaciones de Steyerl es una amalgama de imágenes y géneros donde el
relato principal parece naufragar. Pero Steyerl tiene una historia potente que
contar. Y como la memoria, o como la navegación por las redes, el relato más
íntimo de Steyerl se distrae, se va a la deriva, pero también se ramifica, adquiere
nuevas complejidades, y regresa reforzado.Los vídeos de Steyerl exigen una gran dedicación del público, un sacrificio de su tiempo. A cambio, la artista muestra un mundo de imágenes polisémicas de significado manipulable-manipulado, donde lo virtual se bate con lo real, y lo real parece haber perdido la batalla. Steyerl, consciente del impacto de la imagen en movimiento, la utiliza, como utiliza el museo, para buscar el cuerpo, la vida, en medio de la confusión. Denuncia la imagen y la tecnología como narcóticos administrándonos una sobredosis. En la obra “In Free Fall” la ensoñación es total: el público es engullido en la panza de un avión, en cuyos comodísimos sillones puede disfrutar de un vídeo en el que realidad y ficción se confunden. En esta obra, como en “Liquidity”, denuncia la voracidad del capitalismo que convierte cualquier cosa -la tragedia, la basura, la precariedad- en mercancía. A la salida del avión, una sala de artefactos ópticos parece una tregua a la cascada de imágenes digitales. Pero son puro humor negro, una metáfora de nuestra imposible desconexión, un recordatorio de que estamos en el centro de un panóptico, localizados, grabados, sentados mansamente en el sofá.
Sin embargo, la mayor fuerza de la
artista alemana está en sus conferencias, también salpicadas de un humor eficaz.
Con la misma elasticidad con la que en sus videos salta de la alta a la baja
cultura, del entretenimiento a la pseudo-ciencia, del documental a la parodia,
critica sin piedad el mundo del arte, desde sus reglas de juego elitistas, a su
silenciosa implicación en la geopolítica. Da una vuelta de tuerca a la
complicidad del arte con toda una economía que escapa al poder de los estados
en su obra “Duty-Free Art”. Incluso llega un paso más allá en la tradición de
la crítica institucional, poniendo nombres y apellidos a víctimas reales: su
amiga Andrea Wolf posiblemente murió por un proyectil fabricado por un gran
patrono del arte. Steyerl, emulando un clásico de la investigación
cinematográfica -“follow the money”- recorre el camino inverso de la bala y se
encuentra a sí misma como beneficiaria de estos mismos patrocinadores, uniendo
con agilidad pasmosa el arte, la industria militar, la guerra y su vida
personal. El remate de la economía del poder es la arquitectura del espectáculo,
que critica sin paliativos, asumiendo con ironía que su conferencia se emitirá
una y otra vez en museos de arquitectos estrella. El corolario es que nosotros
también, como público y como consumidores, estamos implicados, estamos en el campo de batalla.
En definitiva, la artista nos ha invitado
a ver la gran función de la contemporaneidad por nuevas derivas de una enorme riqueza.
Quien se haya sumergido en el universo crítico de Hito Steyerl, puede que al
salir ya no vea en su obra “Strike” un sustantivo o un infinitivo, sino un imperativo:
la artista nos apremia a que rompamos la prótesis con la vemos el mundo, la
pantalla.
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