LA DIFICULTAD EN LA COMUNICACIÓN
Juan Muñoz, galería Elvira González.
Juan Muñoz, galería Elvira González.
Beatriz Lalanda
Desde el 20 de enero hasta el 30 de Marzo se expone en la Galería Elvira González
la exposición, Juan Muñoz. Una exposición
dedicada al artista español, enfocada en la muestra de las obras que realizó en
su último período de vida. La relevancia de la exposición se debe a que fue uno
de los escultores españoles más consagrados internacionalmente y menos expuesto
a nivel nacional. Por lo que algunas de las obras expuestas se muestran por primera vez al público
español.
La exposición la forman
obras escultóricas, hechas con resina de poliéster y bronce, pinturas y
grabados. Las figuras escultóricas son las obras que más llaman la atención de
la exposición, su materialidad y monocroma es inquietante, pero la expresividad
de los hombres esculpidos aún más. Sonrisas perturbadoras, facciones exóticas y
el tamaño de las obras caracterizan a estas figuras.
En la exposición se
encuentra la última obra que el artista madrileño creó, se trata de un conjunto
escultórico que representa a un hombre que rodea con sus bazos por la espalda a
otro, mientras se miran al espejo con
una amplia sonrisa. El introducir el espejo en la obra es algo común en el
artista, lo que produce una mayor expresividad en la pieza. El verla reflejada en el espejo
trasmite en ella una visión edulcorada,
la cual no tienes cuando la ves de espaldas. Pero además el espejo juega otra
función, hace al espectador formar parte de la obra de arte, pues es difícil verla
en su plenitud sin reflejarse en la obra, siendo durante unos segundos efímeros
parte de ella.
Por otra parte también
está expuesta la pieza One
lauthing at the other, donde se ve a dos hombres sentados en unas sillas
sin reposadero, el primero está riéndose a carcajadas, mientras observa las
pequeñas figuritas que le recorren el brazo desde el hombro. A su derecha le
observa otro también muy sonriente. Pues bien, esta obra es clave, porque representa
una metáfora de la incomodidad que produce ver la exposición. El hombre
centrado en sus figuritas me recuerda a la institución de la galería, un lugar
relevante y consagrado en el mundo del arte, que goza de felicidad por su éxito.
La figura de la derecha sería el visitante, quien con una sonrisa falsa hace
que mira con admiración la exposición.
Estas obras
escultóricas son el grueso de la exposición, pero aun así, la muestra enseña
una faceta no tan sobresaliente del escultor, como pintor y grabador. Estas
obras poco habituales en la producción del artista acompañan y rodean a las
esculturas dándoles un espacio.
En los grabados se muestran escaleras
imposibles, que se basan en modelos esculpidos por él, al estar acompañado a
las figuras esculpidas puede ser ese lugar de transición que lleva al hogar utópico
donde se refugian sus figuras. Las pinturas también representan espacios, casas vacías donde podrían
habitar estas figuritas, pues también se ven deshabitados, esperando a que se
llenen con las esculturas cuando caiga
la noche. Estas pinturas están cargadas de un aire infantil, recuerdan a ilustraciones
de cuentos, en las que todo puede pasar, como que los objetos cobren vida.
En conclusión es una
exposición tan popular, que da unas altas expectativas que es mejor no tener,
pues cuando pisas la galería todas las ilusiones se desmoronan. Expone obras
que realmente merecen la pena, pero la disposición de las piezas en el espacio
expositivo deja mucho que desear, es hermética, no le saca todo el potencial
que tiene. Hay que echar mano de mucha imaginación para conseguir un discurso conector
entre las piezas expuestas.
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