TIEMPO SOCIAL
Hito Steyerl, Duty-Free
Art, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 11 de noviembre 2015 – 21
marzo 2016.
Lucía Cirujano Ruiz
Tiempo. Todo en nuestra vida contemporánea esquizofrénica
gira en torno al tiempo que supone hacer las cosas, todo está calculado, medido
en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años. Desde que nos
levantamos con el despertador hasta que nos acostamos seguimos un horario
cuadriculado para coordinarnos con el resto de la humanidad sin perder el
tiempo en cosas improductivas, desde niños hasta adultos. Esta exposición no la
puedes ver sin tiempo y enterarte de algo. Trata de tomarse el tiempo necesario
para dejar de pensar en lo que hay que hacer para el día siguiente y
concentrarse en reflexionar sobre la sociedad y el mundo en que vivimos.
El vídeo arte cargado de un discurso reflexivo y político se
desarrolla en un espacio y tiempo diferente al que nos encontramos al verlo,
incluso a veces con su propio público dentro del vídeo, que llega antes que
nosotros a sus propias conclusiones tras escuchar lo que Hito Steyerl quiere transmitirnos. Se tratan, la mayoría,
de vídeos de media hora aproximadamente en los que a partir de imágenes y/o
discursos verbales la artista trata hacernos reflexionar sobre cuestiones
contemporáneas (el consumo de imágenes, noticias, el mercado, las migraciones,
el feminismo, las guerras, las protestas, etc.). En mi caso, al ir avanzando de
vídeo en vídeo, de idea en idea, todo se iba mezclando creando un cóctel de
reflexiones y preguntas que culminaron en un dolor de cabeza placentero a las 3
horas de estar dentro, llevándome a salir para poder ordenar y meditar sobre
todo aquello rescatable de la maraña de ideas que absorbió mi cerebro. Pero
esto no termina aquí, dejando un día entre medias (demasiadas emociones para
volver al día siguiente), invertí más de ese tiempo que nos preocupa, nos
organiza y manda que queda transformado dentro del museo , para poder concluir
con la inabarcable muestra de ideas. Consumimos el vídeo arte desde instalaciones
y situaciones diferentes, en cómodos pufs inundados de azul, bancos de madera
negros en una sala a oscuras o sentados en sacos rellenos de un material duro
nada confortables. Esto nos lleva a cuestionarnos cómo contemplamos el mundo,
las noticias (sean las que sean) desde la seguridad y comodidad de nuestro
sofá.
Pero cabría preguntarse el papel de este arte creador de
conciencias en el Museo. ¿Su lugar es el Museo? ¿No tendría más sentido reflexionar
sobre todo esto desde casa, un café con los amigos, las intimidades de tú y tu
ordenador? Pues yo creo que no. ¿A caso el Museo es un ente aislado en el que
lo que ocurre fuera de él, fuera se queda? En el Museo se debe acumular
conocimiento, o eso entiendo yo, ya sea en forma de objetos, imágenes, sonidos,
textos, colores, olores, o en vídeo, como es este caso. El Museo está inmerso
en la sociedad y la sociedad tiene que invadir el museo. Incluso, la
“contradicción” de criticar al Museo y encontrarse dentro de él, es en sí misma
una reflexión, no podemos escapar del sistema, ni Hito Steyerl al exponer
dentro del museo ni nosotros al acudir a él. Todos formamos parte del sistema,
y somos unos ignorantes, porque hace con nosotros lo que quiere y no somos
conscientes. La misma Hito Steyerl nos muestra en la obra Is the Museum a battlefield? Como todo está controlado por los mercados,
ella ha participado sin saberlo en una exposición financiada por la misma
empresa que ha fabricado las balas que mataron a su amiga Andrea Wolf, presente
a lo largo de la exposición. Somos títeres, que si cobran independencia dan
miedo y perturban al sistema.
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